Por Evaristo de Vicente, Doctor en derecho y periodista, en www.analisisdigital.com
Hay intervenciones en la vida social, política, cultural o religiosa que son como una bocanada de aire fresco.
Por ejemplo esta: las uniones homosexuales se nos están presentando como un progreso para la sociedad, la realidad es que son “un retroceso moral” y “un daño para la familia”. Estas palabras de monseñor López Trujillo, recogidas en una entrevista concedida a la agencia FIDES, dicen lo que en realidad la conciencia moral del hombre (no solo del católico) sabe con certeza. Por eso el cardenal, conocedor de la familia en el mundo entero, ha añadido que la objeción de conciencia como medida para luchar por la libertad del hombre, “no es una invención de la Iglesia”.
Nos parece importante esto: el que la Iglesia defienda el matrimonio natural, esto es, el del hombre con la mujer; el que la Iglesia trate de impedir que se le considere matrimonio a lo que son solo uniones homosexuales, y que se oponga con más fuerza aún a la adopción por parte de estas parejas, no significa que esté defendiendo o protegiendo un “bien eclesiástico”, o un “bien de la Iglesia Católica”. No. Está siendo “bandera de las naciones”, estandarte de los hombres –católicos o no— que tienen todavía la conciencia sana para no confundir lo que hace daño a la sociedad y lo que le hace bien al hombre (al margen de la vida personal de cada uno). Por eso, monseñor López Trujillo ha dicho que algunas leyes, entre ellas las que pretenden dar realce como matrimonio a lo que es antinatural, son “leyes profundamente dañinas”. De ahí que estos intentos de igualar una institución de la categoría y de la grandeza del “matrimonio” a las uniones homosexual, sean considerados por el Cardenal como “una ficción jurídica”.
Lo que la Iglesia está queriendo proteger no es solo la familia cristiana, sino la familia. No luchar contra esto es “el primer paso para destruir poco a poco la institución familiar”, dijo también López Trujillo a lo largo de la entrevista. Muchos que ahora son niños, no sé si católicos o no, sabrán dar las gracias cuando lleguen al uso de razón por la defensa que está haciendo la Iglesia Católica por proteger al hombre. A todo hombre. Incluso a quienes piden –precisamente porque la Iglesia defiende estos bienes sociales y familiares-- que en la declaración de la renta no se ponga la cruz en la casilla de “la Iglesia Católica”.
Todo tiene un precio. Se puede vivir como se quiera pero hay conductas que no pueden ser refrendadas por un ordenamiento jurídico serio. Vale la pena perder un puñado de euros por defender el bien de la persona, el bien de la familia, el bien integral de la persona.
Hay intervenciones en la vida social, política, cultural o religiosa que son como una bocanada de aire fresco.
Por ejemplo esta: las uniones homosexuales se nos están presentando como un progreso para la sociedad, la realidad es que son “un retroceso moral” y “un daño para la familia”. Estas palabras de monseñor López Trujillo, recogidas en una entrevista concedida a la agencia FIDES, dicen lo que en realidad la conciencia moral del hombre (no solo del católico) sabe con certeza. Por eso el cardenal, conocedor de la familia en el mundo entero, ha añadido que la objeción de conciencia como medida para luchar por la libertad del hombre, “no es una invención de la Iglesia”.
Nos parece importante esto: el que la Iglesia defienda el matrimonio natural, esto es, el del hombre con la mujer; el que la Iglesia trate de impedir que se le considere matrimonio a lo que son solo uniones homosexuales, y que se oponga con más fuerza aún a la adopción por parte de estas parejas, no significa que esté defendiendo o protegiendo un “bien eclesiástico”, o un “bien de la Iglesia Católica”. No. Está siendo “bandera de las naciones”, estandarte de los hombres –católicos o no— que tienen todavía la conciencia sana para no confundir lo que hace daño a la sociedad y lo que le hace bien al hombre (al margen de la vida personal de cada uno). Por eso, monseñor López Trujillo ha dicho que algunas leyes, entre ellas las que pretenden dar realce como matrimonio a lo que es antinatural, son “leyes profundamente dañinas”. De ahí que estos intentos de igualar una institución de la categoría y de la grandeza del “matrimonio” a las uniones homosexual, sean considerados por el Cardenal como “una ficción jurídica”.
Lo que la Iglesia está queriendo proteger no es solo la familia cristiana, sino la familia. No luchar contra esto es “el primer paso para destruir poco a poco la institución familiar”, dijo también López Trujillo a lo largo de la entrevista. Muchos que ahora son niños, no sé si católicos o no, sabrán dar las gracias cuando lleguen al uso de razón por la defensa que está haciendo la Iglesia Católica por proteger al hombre. A todo hombre. Incluso a quienes piden –precisamente porque la Iglesia defiende estos bienes sociales y familiares-- que en la declaración de la renta no se ponga la cruz en la casilla de “la Iglesia Católica”.
Todo tiene un precio. Se puede vivir como se quiera pero hay conductas que no pueden ser refrendadas por un ordenamiento jurídico serio. Vale la pena perder un puñado de euros por defender el bien de la persona, el bien de la familia, el bien integral de la persona.
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