Circular que envía mi hermana a sus hijos mayores (entre 19 y 14 años) y a sus hermanos (mejor no pongo edades...), tras la triste jornada del 5 de julio, en que el parlamento de mi atribulado país aprobó la más desastrosa ley jamás instaurada en esta esquina de Europa. Tras la aprobación de la ley del aborto, no he podido evitar una primera reacción de impotencia al experimentar la sensación de que no puedo hacer nada. Me da mucha rabia que sólo identifiquen a las personas que defendemos la vida como gente ultra conservadora que censuramos todo de forma reiterada. Lamentablemente todavía hoy, hay quien postula o incluso llega a creerse que la vida o la muerte es sólo una cuestión “religiosa”. Leo los argumentos de aquellos que defienden el aborto, incluso de algunos católicos que lo ven como una extensión de los derechos de la mujer y me pregunto: ¿No estarían más protegidos nuestros derechos si se trabajara más desde la educación y también desde la ayuda a las mujeres embarazadas...
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