Esta maravilla de post me ha hecho pensar mucho más allá de la estremecedora historia de Emma Kok y de la sobrecogedora belleza del momento. Me ha hecho pensar en la inconcebible maravilla de la vida humana, y en el espanto de esta sociedad que no quiere tener hijos, que los mata en el vientre materno por centenares de miles cada año antes de que lleguen siquiera a nacer. Seres humanos ni siquiera concebidos, o asesinados industrialmente, que nunca podrán cantar como Emma , o crear espectáculos como André , o hacer música como cada uno de los interpretes de esta orquesta, o, sencillamente, emocionarse viviendo por unos minutos otra vida, más elevada, más hermosa, más feliz, que nos hace sentirnos mejores, y se derrama como mansa crecida en la tierra fértil de nuestro devenir cotidiano. Se llama Emma Kok y en esta actuación junto a André Rieu, tenía apenas 15 años. Por desgracia sufre gastroparesia, una enfermedad que le obliga a estar conectada 22 h diarias a dos bombas de alimentación
Juan Santaella tiene una larguísima trayectoria en educación, es un apasionado de la enseñanza y posee profundos conocimientos en la materia. Es imposible no coincidir en muchas de sus opiniones; pero discrepo en otras, importantes. Hoy (jueves, 19 de septiembre) he leído su columna en el diario Ideal de Granada, y he aprovechado una de estas discrepancias para escribir una "carta al director", cosa que no hacía desde hace mucho tiempo. Educación como servicio público Me he referido en la carta a una que considero fundamental: el servicio público de la enseñanza ha de apoyarse en el entero sistema educativo, y no solamente en la escuela pública. Para un país, las escuelas de iniciativa social son una gran riqueza, aportan diversidad al sistema, posibilitando, entre otras cosas, la libertad de creación y de elección de centros docentes, elementos fundamentales de la libertad de enseñanza. La desconfianza hacia la iniciativa social que late en algunas actitudes de los defe