Sí, ya sé, ya ralla; pero como estamos en la semana esa en la que las películas arrasan o se estrellan, pues aquí va una batería de críticas especializadas, por si acaso:
La crítica machaca El Código da Vinci
Tostón, bodrio, aburrida... En Francia, en su primer día, sólo 200.000 espectadores, lejos de los 600.000 del estreno de Harry Potter o Star Wars.
Las críticas a la película de El Código da Vinci son demoledoras. Es larga. Es aburrida. Está llena de sermones. Es absurda.
Para muchos críticos, es evidente que las primeras cifras de taquilla han de ser espectaculares. Luego, el boca a boca perjudicará a la película. Si el primer fin de semana es flojo, la película pinchará. Sí, será un gran negocio para Sony, pero no tanto como para hacer una segunda parte.
Por el momento, en Francia va flojita. El filme de Ron Howard fue visto por unas 223.000 personas en su primer día, el pasado miércoles, lejos de las más de 600.000 que lograron las últimas entregas de Harry Potter o Star Wars.
Las críticas que circulan no la ayudarán. Juntar algunos titulares y comentarios quitan las ganas de ir al cine. Hemos hecho una selección de prensa española, europea, hispana y anglosajona.
El Código Da Vinci fue recibida por la prensa con notable frialdad, pitidos y hasta algunas risas. [...] Un especialista en simbología (Tom Hanks) es reclamado por la policía; [...] se ve envuelto en persecuciones, nuevos asesinatos, traiciones y disparates, hasta que finalmente identifica a la heredera de Jesucristo, momento en que las carcajadas de los espectadores se oyeron con claridad. Son 152 minutos de proyección en los que la película da vueltas y vueltas sobre sí misma, provocando por momentos la sospecha de que pudiera tratarse de una historia interminable.
Diego Galán, El País
La película es un rollo macabeo que dura dos horas y media, y que parece que dura cinco, en la que la supersorpresa final de la muerte se adivina como a la mitad del metraje y en la que el asexual Tom Hanks contagia al espectador su desgana por la chica y por el filme. Ni el buen arranque ni las espectaculares localizaciones mejoran esta película correosa y pesadita, tan difícil de tragar como fácil de olvidar. Cine para cabras.
Rafael Portela, 20minutos.es
No funciona nada en realidad. No tiene suspense. No es romántica. Desde luego no es divertida. Parece que estás ahí para siempre. Y eres consciente de lo duro que ha trabajado todo el mundo para intentar hacer lógico algo que básicamente quizás no se pueda filmar
Stephen Schaefer, Boston Herald
"Sophie, ¡eres la última descendiente de Cristo!, dice el inexpresivo Tom Hanks a la asombrada Audrey Tatou: y por fin el público de periodistas -hasta ese momento entumecido por el exceso de disquisiciones dementes sobre el Santo Grial (...)- explota en una carcajada liberadora".
Natalia Aspesi, La Reppublica
Resulta lenta, aburrida y plana: un "peñazo" de 150 minutos de metraje. El director Ron Howard no ha sabido imprimir ritmo ni emoción a un relato que mezcla esoterismo y misterio, al mismo tiempo que repite el discurso dogmático, y sin ningún tipo de pruebas, que aparecía en la novela y que cuestiona asuntos tan serios como la divinidad de Cristo. [...] En el caso de Paul Bettany el resultado es patético. El famoso monje Silas [...] parece una nueva versión del siniestro Emperador de La Guerra de las galaxias. [...] El Código da Vinci carece de suspense. Desde las primeras secuencias se vislumbra quién es realmente el personaje de Sophie Neveau.
Juana Samanes, Hispanidad.com
Los periodistas soltaron algún abucheo y ningún aplauso al final del film. Siguieron con atención la proyección y sólo hubo una reacción dentro de la sala. Cuando el protagonista, Tom Hanks, anuncia a Audrey Tautou que es la descendiente directa de Jesucristo, la carcajada fue sonora y general, e incluso se llegó a escuchar: "¿Nos toman por imbéciles?"
Jorge Collar, Europa Press
Sencillamente aburrió. Ni un sólo aplauso se escuchó en su primera proyección para la prensa especializada en el certamen francés, y a la salida de la función el comentario que más se escuchó fue: "¡Qué aburrida!"
Alberto Castillo, El Universal
Imagino que, en la estrategia de los responsables del márketing en producción tan lujosa y que espera multiplicar en las taquillas su inversión, figuraba el previsible y grandioso numerito de los ofendidos, pero hasta el momento no ha ocurrido nada en el bautizo de su mediocre y olvidable criatura.
Carlos Boyero, El Mundo
A pesar de los medios extraordinarios con los que ha contado (como conseguir, por ejemplo, el permiso para rodar en el interior del Museo del Louvre), no acierta ni siquiera en la medida (...) hay demasiado diálogo, y también sobradas explicaciones con una música de fondo que suena atronadoramente.
La Razón
Hay una completa falta de química entre Hanks y Tautou.
Lee Marshall, Screen International
Veinticuatro horas antes de llegar a las salas de todo el mundo, el filme pudo ser visto por más de dos mil periodistas. Luego de la proyección, que duró casi
dos horas y media, los críticos fueron muy severos con la película: no hubo un sólo aplauso. Mientras los créditos corrían por la pantalla, un silencio demoledor se apoderó de la sala. Esta quietud sólo se quebró algunos segundos, cuando algunos críticos hicieron oír sus comentarios: ácidos, irónicos y negativos.
Clarín.com
Cannes crucifica a Da Vinci. Los críticos vapulean la película de Ron Howard en la apertura del festival francés por su pesada trama y la falta de química entre la pareja protagonista. La película es un mal 'thriller' en el que la pareja protagonista, perseguida por el fraile asesino y las policías de Francia y Gran Bretaña, resuelve el enigma en apenas 24 horas. El trabajo de Howard ignora los aspectos menos cinematográficos del libro y aborda temeroso las referencias al Opus Dei salvo para recalcar que el monje protagonista se fustiga con un cilicio. Tom Hanks, ganador de dos Oscar por 'Phliladelphia' y 'Forrest Gump', no conseguirá el tercero por este trabajo. Su interpretación, plana y sin matices, se adapta a un personaje desdibujado en el que no encaja en ningún momento. Y carece de cualquier química con Audrey Tautou. La pareja no funciona ni por la diferencia de estatura, mal resuelta por la cámara, ni por la falta de complicidad interpretativa entre ambos.
El Diario Montañés
No supera en ningún momento el nivel de un placer culpable. Demasiada culpa, y placer insuficiente.
Kirk Honeycutt, Hollywood Reporter.
El Coñazo Da Vinci. 149 minutos. Ésta es la duración de El Código Da Vinci, la adaptación cinematográfica del libro de Dan Brown que se ha llevado palos por todos los lados tras inaugurar Cannes 2006 (el único lugar en el mundo donde se le pregunta a Lucas si el Emperador está inspirado en George Bush). Que pongan a parir esta peli en Cannes no sorprende, pero las críticas al nuevo film de Howard oscilan entre decepcionante (JoBlo) a directamente malo (Dark Horizons). En Metacritic le dan un 50 sobre 100, sin ir más lejos, lo que demuestra que de un libro en el que hay mucho pasatiempo y mucho código pero pocos personajes sólo se puede sacar esto: un monstruo de dos horas y media donde Hanks camina sonámbulo, la química con Tautou brilla por su ausencia y ni siquiera la presencia de Sir Ian McKellen es capaz de animar las cosas.
LasHorasPerdidas.com
Es un material esotérico, cerebral, atractivo sólo por el hecho de que lo que propone socava las afirmaciones fundamentales del cristianismo, especialmente del catolicismo romano, y por extensión de la la civilización occidental de los últimos 2.000 años. [...] Lo que iba ágil en la página se hace laborioso en la pantalla. Lo que queda es un material árido, desecado por una aproximación desesperadamente solemne. [...] Está tan sobrecargado de trama que no queda espacio para nada más, ni emociones ni notas de gracia estilística.
Variety
Brown y Howard parece que se han esfumado por los cerros de Úbeda. Sólo resta saber si Pajares y Esteso -que volverán a la gran pantalla 25 años después- mejorarán con «El Código Aparinci» la versión de Howard y Brown. Los cómicos comenzarán a rodar en junio. Esteso encarnará a un empresario transportista y Pajares a un guía turístico, de profesión: ligones. Definitivamente, «El Código Da Vinci» es una película nihilista. En ella pasa la nada y su circunstancia.
Antonio Astorga, ABC
Lo más divertido es la reacción de Ron Howard. El director se lamenta a Mike Collett en Reuters que "es frustrante que algunos críticos la hayan tratado con dureza, y es decepcionante porque soy el tipo de persona a la que le gusta complacer a todo el mundo."
Y un poco desesperado por conseguir los 50-80 millones de dólares de estreno, el director deja caer en Reuters: "Esto puede sonar como un truco comercial, pero la gente realmente responde mejor a la película la segunda vez que la ve".
Claro, otras dos horas y medio de tostón y sermones. Será por su profundidad.
Y ahora, por si alguien echa de menos un poco de seriedad un editorial de LA VANGUARDIA - 21/05/2006:
Código averiado
El estreno en las pantallas de cine de la película El código Da Vinci nos coloca ante uno de los fenómenos más singulares de la cultura de masas de los últimos tiempos: una novela muy mediocre convertida en superventas planetario y una película más mediocre aún copando la cartelera cinematográfica. Como ocurre con las denominadas canciones del verano, el fenómeno puesto en marcha por el novelista norteamericano Dan Brown muestra qué dimensión puede alcanzar en nuestra época una fusión astuta y oportunista del marketing y la literatura fácil. En una época caracterizada por el acelerado desarrollo de las redes de distribución mundial de las ideas y las mercancías, se crean oportunidades sin duda propicias para una literatura baja en calorías literarias y con muchas grasas ideológicas polisaturadas: acción, misterio, esoterismo, teoría de la conspiración y ausencia de rigor histórico.
La creciente prevención ante la comida basura parece que todavía no alcanza a los productos culturales de baja calidad. Vivimos muy atentos a la salud corporal, a la ingesta de según qué tipo de platos y bebidas, pero mucho más relajados ante la alimentación espiritual, lo cual no deja de ser una curiosa paradoja en una época en que Occidente, no el resto del planeta, parece haberse emancipado del fantasma del hambre. La globalización de la cultura apenas acaba de comenzar, y seguramente asistiremos a más fenómenos como el que hoy representa El código Da Vinci, de la misma manera que también tiende a aumentar el consumo de bienes culturales de alta calidad. Basta ver las cifras de afluencia de público a los grandes museos. No hay que ser catastrofistas.
No hay duda de que el esoterismo vende y entretiene, especialmente en una época como la actual, caracterizada por la aceleración de los cambios. La reacción del Opus Dei , organización católica que merece todo el respeto, a la cruel caricatura de que es objeto en la novela y la película ha sido mesurada, inteligente y consecuente con los nuevos tiempos.
La crítica machaca El Código da Vinci
Tostón, bodrio, aburrida... En Francia, en su primer día, sólo 200.000 espectadores, lejos de los 600.000 del estreno de Harry Potter o Star Wars.
Las críticas a la película de El Código da Vinci son demoledoras. Es larga. Es aburrida. Está llena de sermones. Es absurda.
Para muchos críticos, es evidente que las primeras cifras de taquilla han de ser espectaculares. Luego, el boca a boca perjudicará a la película. Si el primer fin de semana es flojo, la película pinchará. Sí, será un gran negocio para Sony, pero no tanto como para hacer una segunda parte.
Por el momento, en Francia va flojita. El filme de Ron Howard fue visto por unas 223.000 personas en su primer día, el pasado miércoles, lejos de las más de 600.000 que lograron las últimas entregas de Harry Potter o Star Wars.
Las críticas que circulan no la ayudarán. Juntar algunos titulares y comentarios quitan las ganas de ir al cine. Hemos hecho una selección de prensa española, europea, hispana y anglosajona.
El Código Da Vinci fue recibida por la prensa con notable frialdad, pitidos y hasta algunas risas. [...] Un especialista en simbología (Tom Hanks) es reclamado por la policía; [...] se ve envuelto en persecuciones, nuevos asesinatos, traiciones y disparates, hasta que finalmente identifica a la heredera de Jesucristo, momento en que las carcajadas de los espectadores se oyeron con claridad. Son 152 minutos de proyección en los que la película da vueltas y vueltas sobre sí misma, provocando por momentos la sospecha de que pudiera tratarse de una historia interminable.
Diego Galán, El País
La película es un rollo macabeo que dura dos horas y media, y que parece que dura cinco, en la que la supersorpresa final de la muerte se adivina como a la mitad del metraje y en la que el asexual Tom Hanks contagia al espectador su desgana por la chica y por el filme. Ni el buen arranque ni las espectaculares localizaciones mejoran esta película correosa y pesadita, tan difícil de tragar como fácil de olvidar. Cine para cabras.
Rafael Portela, 20minutos.es
No funciona nada en realidad. No tiene suspense. No es romántica. Desde luego no es divertida. Parece que estás ahí para siempre. Y eres consciente de lo duro que ha trabajado todo el mundo para intentar hacer lógico algo que básicamente quizás no se pueda filmar
Stephen Schaefer, Boston Herald
"Sophie, ¡eres la última descendiente de Cristo!, dice el inexpresivo Tom Hanks a la asombrada Audrey Tatou: y por fin el público de periodistas -hasta ese momento entumecido por el exceso de disquisiciones dementes sobre el Santo Grial (...)- explota en una carcajada liberadora".
Natalia Aspesi, La Reppublica
Resulta lenta, aburrida y plana: un "peñazo" de 150 minutos de metraje. El director Ron Howard no ha sabido imprimir ritmo ni emoción a un relato que mezcla esoterismo y misterio, al mismo tiempo que repite el discurso dogmático, y sin ningún tipo de pruebas, que aparecía en la novela y que cuestiona asuntos tan serios como la divinidad de Cristo. [...] En el caso de Paul Bettany el resultado es patético. El famoso monje Silas [...] parece una nueva versión del siniestro Emperador de La Guerra de las galaxias. [...] El Código da Vinci carece de suspense. Desde las primeras secuencias se vislumbra quién es realmente el personaje de Sophie Neveau.
Juana Samanes, Hispanidad.com
Los periodistas soltaron algún abucheo y ningún aplauso al final del film. Siguieron con atención la proyección y sólo hubo una reacción dentro de la sala. Cuando el protagonista, Tom Hanks, anuncia a Audrey Tautou que es la descendiente directa de Jesucristo, la carcajada fue sonora y general, e incluso se llegó a escuchar: "¿Nos toman por imbéciles?"
Jorge Collar, Europa Press
Sencillamente aburrió. Ni un sólo aplauso se escuchó en su primera proyección para la prensa especializada en el certamen francés, y a la salida de la función el comentario que más se escuchó fue: "¡Qué aburrida!"
Alberto Castillo, El Universal
Imagino que, en la estrategia de los responsables del márketing en producción tan lujosa y que espera multiplicar en las taquillas su inversión, figuraba el previsible y grandioso numerito de los ofendidos, pero hasta el momento no ha ocurrido nada en el bautizo de su mediocre y olvidable criatura.
Carlos Boyero, El Mundo
A pesar de los medios extraordinarios con los que ha contado (como conseguir, por ejemplo, el permiso para rodar en el interior del Museo del Louvre), no acierta ni siquiera en la medida (...) hay demasiado diálogo, y también sobradas explicaciones con una música de fondo que suena atronadoramente.
La Razón
Hay una completa falta de química entre Hanks y Tautou.
Lee Marshall, Screen International
Veinticuatro horas antes de llegar a las salas de todo el mundo, el filme pudo ser visto por más de dos mil periodistas. Luego de la proyección, que duró casi
dos horas y media, los críticos fueron muy severos con la película: no hubo un sólo aplauso. Mientras los créditos corrían por la pantalla, un silencio demoledor se apoderó de la sala. Esta quietud sólo se quebró algunos segundos, cuando algunos críticos hicieron oír sus comentarios: ácidos, irónicos y negativos.
Clarín.com
Cannes crucifica a Da Vinci. Los críticos vapulean la película de Ron Howard en la apertura del festival francés por su pesada trama y la falta de química entre la pareja protagonista. La película es un mal 'thriller' en el que la pareja protagonista, perseguida por el fraile asesino y las policías de Francia y Gran Bretaña, resuelve el enigma en apenas 24 horas. El trabajo de Howard ignora los aspectos menos cinematográficos del libro y aborda temeroso las referencias al Opus Dei salvo para recalcar que el monje protagonista se fustiga con un cilicio. Tom Hanks, ganador de dos Oscar por 'Phliladelphia' y 'Forrest Gump', no conseguirá el tercero por este trabajo. Su interpretación, plana y sin matices, se adapta a un personaje desdibujado en el que no encaja en ningún momento. Y carece de cualquier química con Audrey Tautou. La pareja no funciona ni por la diferencia de estatura, mal resuelta por la cámara, ni por la falta de complicidad interpretativa entre ambos.
El Diario Montañés
No supera en ningún momento el nivel de un placer culpable. Demasiada culpa, y placer insuficiente.
Kirk Honeycutt, Hollywood Reporter.
El Coñazo Da Vinci. 149 minutos. Ésta es la duración de El Código Da Vinci, la adaptación cinematográfica del libro de Dan Brown que se ha llevado palos por todos los lados tras inaugurar Cannes 2006 (el único lugar en el mundo donde se le pregunta a Lucas si el Emperador está inspirado en George Bush). Que pongan a parir esta peli en Cannes no sorprende, pero las críticas al nuevo film de Howard oscilan entre decepcionante (JoBlo) a directamente malo (Dark Horizons). En Metacritic le dan un 50 sobre 100, sin ir más lejos, lo que demuestra que de un libro en el que hay mucho pasatiempo y mucho código pero pocos personajes sólo se puede sacar esto: un monstruo de dos horas y media donde Hanks camina sonámbulo, la química con Tautou brilla por su ausencia y ni siquiera la presencia de Sir Ian McKellen es capaz de animar las cosas.
LasHorasPerdidas.com
Es un material esotérico, cerebral, atractivo sólo por el hecho de que lo que propone socava las afirmaciones fundamentales del cristianismo, especialmente del catolicismo romano, y por extensión de la la civilización occidental de los últimos 2.000 años. [...] Lo que iba ágil en la página se hace laborioso en la pantalla. Lo que queda es un material árido, desecado por una aproximación desesperadamente solemne. [...] Está tan sobrecargado de trama que no queda espacio para nada más, ni emociones ni notas de gracia estilística.
Variety
Brown y Howard parece que se han esfumado por los cerros de Úbeda. Sólo resta saber si Pajares y Esteso -que volverán a la gran pantalla 25 años después- mejorarán con «El Código Aparinci» la versión de Howard y Brown. Los cómicos comenzarán a rodar en junio. Esteso encarnará a un empresario transportista y Pajares a un guía turístico, de profesión: ligones. Definitivamente, «El Código Da Vinci» es una película nihilista. En ella pasa la nada y su circunstancia.
Antonio Astorga, ABC
Lo más divertido es la reacción de Ron Howard. El director se lamenta a Mike Collett en Reuters que "es frustrante que algunos críticos la hayan tratado con dureza, y es decepcionante porque soy el tipo de persona a la que le gusta complacer a todo el mundo."
Y un poco desesperado por conseguir los 50-80 millones de dólares de estreno, el director deja caer en Reuters: "Esto puede sonar como un truco comercial, pero la gente realmente responde mejor a la película la segunda vez que la ve".
Claro, otras dos horas y medio de tostón y sermones. Será por su profundidad.
Y ahora, por si alguien echa de menos un poco de seriedad un editorial de LA VANGUARDIA - 21/05/2006:
Código averiado
El estreno en las pantallas de cine de la película El código Da Vinci nos coloca ante uno de los fenómenos más singulares de la cultura de masas de los últimos tiempos: una novela muy mediocre convertida en superventas planetario y una película más mediocre aún copando la cartelera cinematográfica. Como ocurre con las denominadas canciones del verano, el fenómeno puesto en marcha por el novelista norteamericano Dan Brown muestra qué dimensión puede alcanzar en nuestra época una fusión astuta y oportunista del marketing y la literatura fácil. En una época caracterizada por el acelerado desarrollo de las redes de distribución mundial de las ideas y las mercancías, se crean oportunidades sin duda propicias para una literatura baja en calorías literarias y con muchas grasas ideológicas polisaturadas: acción, misterio, esoterismo, teoría de la conspiración y ausencia de rigor histórico.
La creciente prevención ante la comida basura parece que todavía no alcanza a los productos culturales de baja calidad. Vivimos muy atentos a la salud corporal, a la ingesta de según qué tipo de platos y bebidas, pero mucho más relajados ante la alimentación espiritual, lo cual no deja de ser una curiosa paradoja en una época en que Occidente, no el resto del planeta, parece haberse emancipado del fantasma del hambre. La globalización de la cultura apenas acaba de comenzar, y seguramente asistiremos a más fenómenos como el que hoy representa El código Da Vinci, de la misma manera que también tiende a aumentar el consumo de bienes culturales de alta calidad. Basta ver las cifras de afluencia de público a los grandes museos. No hay que ser catastrofistas.
No hay duda de que el esoterismo vende y entretiene, especialmente en una época como la actual, caracterizada por la aceleración de los cambios. La reacción del Opus Dei , organización católica que merece todo el respeto, a la cruel caricatura de que es objeto en la novela y la película ha sido mesurada, inteligente y consecuente con los nuevos tiempos.
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