Tercer y último capítulo de la serie sobre debates candentes en la opinión pública. Esta vez Juan Meseguer a tratado sobre la crisis del liberalismo, la libertad religiosa y de conciencia y la libertad de expresión.
Que esté en crisis por culpa del auge del populismo es la explicación fácil; pero hay otra que dan autores americanos conservadores, la mayoría católicos, que se apoya en dos patas: la promesa incumplida de la neutralidad del Estado, y el presupuesto antropológico del liberalismo, que es el individualismo extremo, el individuo autónomo.
El individualismo exige un nivel de virtud en el ciudadano muy difícil de cumplir, para vivir la tolerancia, lo que se hace imposible con el individualismo., porque exige que los demás demos la conformidad al comportamiento de cualquiera.
Existen argumentos a favor del liberalismo, a pesar de todo: no se puede pedir la luna a ningún sistema político; tiene suficientes recursos para hacer sitio a todos, por ejemplo, mediante la objeción de conciencia; no puede ser el chivo expiatorio de todos los males.
¿Qué se puede hacer? La respuesta política parece ser más nacional-populismo; pero se puede avanzar en aceptar las reglas de juego, cambiar la cultura y avanzar a técnicas mejores.
En esta otra entrada hay una serie de referencias de autores para este debate.
En cuanto a la libertad religiosa y de conciencia, se atiende a los conflictos entre conciencia y ley, y a que no todo es libertad religiosa.
Ahora hay mucha confusión, se recurre demasiado a la libertad religiosa sin necesidad, porque en Estados Unidos es un recurso jurídico muy potente. Esto hace que haya quien la vea como un privilegio de una parte.
Hay que tener en cuenta que entre opción de vida e identidad, hoy gana la identidad; entre libertad y realidad, la libertad. Habría que separar; uno no piensa de determinada manera por ser católico, por ejemplo, piensa así porque piensa así, porque tiene argumentos.
Último debate, la libertad de expresión; vemos cómo han cambiado progresistas y conservadores en este debate. La clave está en dejar hablar y hablar con respeto.
Se han invertido los papeles entre progresistas y conservadores. La libertad de expresión se necesita para cambiar la cultura hegemónica. El problema es que se ha perdido la referencia objetiva, y se tiende a extenderla como transgresión sin sustancia. Se trata de ejercerla de modo que interese a los nos afines.
Los tres artículos de la serie «Debates candentes en la opinión pública» son:
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