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En este artículo voy a compartir un «apunte del día» grabado para Granada FM, la emisora cultural de Granada y provincia.

En esta ocasión voy a tratar de una nueva visita a un monumento de la provincia de Granada, poco conocido y frecuentado, opacado por los grandes monumentos de fama internacional que tenemos la suerte de conservar.

Aproveché una mañana de domingo, un tanto lluviosa, para acudir con unos amigos a Íllora, visitar su castillo y, ya puestos, su impresionante iglesia de la Encarnación.

Acordamos la visita con el guía y nos plantamos en la puerta unos minutos antes de lo previsto. 

La puntualidad no es el punto fuerte por estos lares, así que tuvimos que esperar, bajo una intermitente llovizna a que llegara el guía, primero, y un segundo grupo, más numeroso y bullicioso, que había desayunado con calma.

«El Castillo de Íllora se encuadra en la época medieval y ocupa un afloramiento calizo, exento por todos sus lados, de aspecto inexpugnable lo que le confiere unas cualidades estratégicas y defensivas importantes»; según podemos leer en la página web correspondiente, que está muy bien, dicho sea de paso.

La primera fortificación es del siglo XI, pero, es en época nazarí cuando adquiere importancia, ya que en esta época se configura la frontera frente al territorio cristiano. 

Hasta 1245 las plazas de Íllora, Montefrío y Moclín, formaban parte de la segunda línea, dentro de la estructura defensiva del sultanato, pero tras la conquista, por parte cristiana, de las fortalezas de Martos, Víboras, Alcaudete y Porcuna (entre 1225-1245), que formaban la línea de avanzadilla del poder musulmán, Íllora, Montefrío y Moclín, se convirtieron en uno de los sectores defensivos más importantes del reino nazarí. 

El castillo de Íllora adquiere así gran importancia estratégica en la defensa de la Vega de Granada y se construye entonces la mayor parte de las defensas.

El 8 de junio de 1486 se produjo la toma de la villa de Íllora por parte de los Reyes Católicos, quienes nombraron a Gonzalo Fernández de Córdoba -el Gran Capitán- como su primer alcaide.

Nuestro guía expuso detenidamente el proceso de restauración del castillo, sorprendente para mí, que no tenía ni idea. y se entretuvo en explicar que la puerta por la que entrábamos estaba oculta dentro de una casa del pueblo, que se había construído en algún momento pegada a los muros, como era muy corriente en todas partes y sigue habiendo en la propia Íllora.

La casa, ya desaparecida, había colonizado también la torre defensiva del primer recinto, típica en L, para dificultar el ataque, en la que se han recuperado los espacios y los agujeros para el rastrillo -con el que dividir a la tropa atacante- y para arrojar aceite, heces, y todo lo que tuvieran a mano los defensores.

Pasado ese primer recinto defensivo, desembocamos en la muralla y, a través de una segunda puerta, en la villa y, al sur, el arrabal. Cierra el recinto la Alcazaba, colgada de un risco inaccesible, desde la que se divisa una gran extensión de vega. 

En la villa se ha excavado e intervenido en un tercio de su extensión permitiendo reconocer veintidós establecimientos construidos y su estructura viaria completa.

En un extremo de la villa están los restos de la casa que se hizo construir el Gran Capitán, en la que vivió mientras estuvo en Íllora.

Otro elemento destacable del castillo es su complejo hidráulico, en el que destacan los aljibes, perfectamente restaurados, alguno de los cuales, incluso, puede servir de salón de actos.

El Castillo de Íllora es conocido como «el Ojo Derecho de Granada», ya que su ubicación estratégica le permitía recibir las señales de las torres vigía de las fronteras de Jaén, Córdoba y Málaga, y enviarlas, a través de torres interpuestas hasta la capital del Reino Nazarí. 

En Íllora hay más que visitar

A los pies del Castillo, se alza la imponente Iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, una espléndida muestra de la arquitectura de transición del gótico al renacimiento, típica de la comarca granadina de los Montes. Fue proyectada por Diego de Siloé, el arquitecto de la Catedral de Granada.

Contó también con la intervención de su discípulo Juan de Maeda, construyéndose entre los años 1542 y 1573. De su exterior, lo primero que nos llama la atención, aparte de su imponente única nave, son los doce contrafuertes que sobresalen en la parte superior, así como las dos bellas portadas que dan acceso al templo. En su interior, la amplia nave presenta bóvedas de crucería.

Lamentablemente, su interior fue arrasado durante la Guerra Civil por los marxistas. Se salvó el archivo, gracias a que fue tapiado por mano previsora.

Espero que les haya interesado este apunte y que se animen a visitar la sorprendente villa de Íllora, que en tiempos fue uno de los baluartes militares y económicos de un reino que duró más de 250 años como independiente y cuyo emblema figura en el “entrado” del escudo de España, junto con los de Castilla, León, Aragón y Navarra.


Ponga en comentarios si ha visitado el Castillo de Íllora y qué impresiones le ha causado.

Muchas gracias por leer hasta aquí. Adiós y hasta la próxima.

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