Estaba yo rumiando sobre esto cuando llega a mis manos el número de junio de la revista Nuestro Tiempo y, en él, el ensayo de Juan Fernando Sellés titulado Pensamiento en crisis, retórica en alza. Y es que desde hace unos días me pasmo y me asombro ante las repetidas muestras de virtuosismo retórico de nuestros gobernantes –me refiero a los de España-, en particular de las del presidente en funciones, señor Rodríguez Zapatero.
Como es conocido, España sufre dificultades económicas, pero tranquilos, no hay crisis económica, no, sólo hay una “desaceleración”. Vale, este eufemismo es ya veterano, como llamar “regulación de empleo” al despido de empleados; pero ¿qué me dicen de la “transferencia parcial temporal reversible de caudal sobrante”, en lugar de “trasvase”, puesto que los trasvases no son admisibles? Se ha llegado a afirmar que así “no se quita nada de agua al río”.
Lo anterior no es nada comparado con lo de los últimos días. Ante la “desaceleración” económica, el gobierno “ha tomado medidas”, y de no ser suficientes, tiene previstas “otras medidas”. ¿Cuáles?, no se sabe, porque reducir los impuestos ya han advertido que no es. Hay “medidas”, y el “pesimismo no crea empleo”: esto es lo que hay.
Como con esto no parece que haya suficiente para algunos sectores de población, el presidente ha manifestado solemnemente que el gobierno es “sensible” a las dificultades, y que espera que todos los sectores sean “también sensibles”, de forma que si protestas “no eres sensible”, y la culpa de lo que pase es tuya, por “insensible” .
Por si faltara poco, al presidente del Banco Central Europeo va y se le ocurre decir que igual suben los tipos de interés. También para esto tiene el señor presidente del gobierno solución: un dirigente de un organismo internacional debe ser “responsable” y “prudente”, y no andar por ahí mentando la bicha.
Así que todos tranquilos: hay medidas para paliar la desaceleración, el gobierno es sensible ante la situación y actúa con responsabilidad y prudencia. ¿Por qué inquietarse?
Me voy a ver el partido de la selección de fútbol, que eso sí es una zozobra.
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