Aunque he superado -doblado- la cifra de libros leídos en 2022 (5), tampoco este 2023 he alcanzado mi objetivo de un libro al mes.
He superado sobradamente las 3.000 páginas (3.262), una media de más de 300 páginas por libro, lo que no está nada mal.
Novelas
Dejemos las cifras y pasemos a los libros. Ha sido año de dos únicas novelas, menos mal que han valido mucho la pena. La mejor, El visionario, del francés Abel Quentin (Libros del Asteroide, 370 págs.). Un viejo profesor de letras, izquierdista de toda la vida, se topa sin querer con la dictadura woke y... Está tan bien escrito, refleja tan bien el mundo vacío y el desmoronamiento moral de una izquierda aburguesada, muestra con tanta precisión la contundencia del pensamiento políticamente correcto, implacable y ciego, que no se puede dejar de leer con una explosión de sentimientos, más bien tristes, eso sí. El toque poético, los restos de humanidad y las referencias socio culturales de un París actual y otro de cuando sartre, convierten a esta novela en una lectura adictiva..., para los que le gusten las letras y las ciencias sociales.
La segunda novela ha sido el cumplimiento de un viejo anhelo, desde que leí a Andrés Trapiello en Las armas y las letras, hablar de Manuel Chaves Nogales. A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España (Libros del Asteroide, 311 págs.), pasa por ser una de las grandes novelas de la Guerra Civil española, y Chaves Nogales por un intelectual "centrado" e imparcial. Yo le noto una clara preferencia por los tipos de la II República frente a los alzados el 18 de julio del 36; pero escribe tan maravillosamente bien que se le perdona.
Escritores y literatura
Libros y literatura han tenido un protagonismo grande este año, al margen de las novelas, gracias a dos excelentes lecturas. El primero estaba en una vieja lista de «para leer», el segundo ha sido todo un descubrimiento.
Empecemos por Cien años de literatura a la sombra del Gulag (1917-2017), de Adolfo Torrecilla (Rialp, 483 págs.); no es Escritores conversos, de Pierce, ni el ya citado Las armas y las letras; pero es imprescindible para descubrir la inmensa riqueza de la literatura rusa y el combate de los intelectuales contra la dictadura comunista en los países del este de Europa.
El descubrimiento ha sido compartido con muchas otras personas y se llama El infinito en un junco. La invención de los libros en el mundo antiguo (Ediciones Siruela, 452 págs.). Irene Vallejo Moreu describe el apasionante viaje de los libros desde los relatos orales de la antigüedad hasta los poemas de las letras de las canciones contemporáneas. Un viaje que parece cerrar el círculo pero que, en realidad, nos deja a las puertas de la Inteligencia Artificial, sin duda la nueva frontera.
Ciencias sociales
El otro capítulo notable es el de lo que podríamos llamar ciencias sociales. Aquí incluyo Mujeres brújula. En un bosque de retos (ESPASA. 269 págs.), de Isabel Sánchez Serrano. Lo empecé como una especie de obligación profesional, y lo he disfrutado como pocos otros libros. Me han gustado las historias de esas mujéres «brújula»; pero sobre todo las reflexiones personales de la propia autora, que demuestran una gran perspicacia, cultura y sentido de la admiración, que le permite mostrarnos su personalidad sin eclipsar el ejemplo de las protagonistas. Atentos a la historia que sirve de hilo conductor, que no lo parece hasta que al cabo te das cuenta, con un final de "thriller".
El segundo libro de temática social es casi filosófico y me ha llevado muchos meses de pausada e intermitente lectura. Ética para valientes. El honor en nuestros días (Rialp. 391 págs.), es una obra de necesaria digestión intelectual para recuperar el aliento civilizador y frenar la caída del imperop occidental. David Cerdá agota el tema condensando y exponiendo cientos de lecturas bien entendidas y acompasadas, dejando en cada página señales seguras y fundadas para caminar según la dignidad intransferible que nos corresponde como seres humanos. A veces se hace difícil seguir el hilo entre conceptos, para los que estamos poco acostumbrados a este tipo de lecturas; pero todo lo bueno requiere esfuerzo, y lo mejor nos mejora. Aunque solo sea para soñar el «sueño imposible», o, sencillamente, beber este único verso de Julio Martínez Mesanza:
Hay espadas que empuña el entusiasmo / y jinetes de luz en la hora oscura.
Incluyo en esta categoría social un tercer libro, una biografía, Navarro-Valls. El Portavoz (Ediciones Rialp. 223 págs.), escrito por su hermano Rafael Navarro Valls. Aquí sí ha primado el interés profesional, y he sacado jugosas notas para mi trabajo como comunicador institucional o corporativo.
Espiritualidad
El capítulo de lecturas espirituales nunca falta, y demuestra la eficacia de dedicar un tiempo, por breve que sea, diariamente, a alguna obra de esta temática. Tres libros han ocupado este espacio, con gran provecho: A la luz del Evangelio. Textos breves para la meditación (Palabra. 288 págs.), de Fernando Ocáriz; El combate de la oración (Rialp. 133 págs.), de José Brage; y La segunda conversión. En el camino de Emaús (Rialp. 170 págs.), de Damián Fernandez Pedemonte. El primero, como su nombre indica, es más para meditar que para lectura espiritual; el segundo es magnífico para aprender a hacer oración cristiana, para «hablar con Dios»; el tercero es muy provechoso, aunque no se ciñe a la escena evangélica como yo esperaba, o quizá por eso.
Poesía
Como remate, por fin, un libro entero de poesía, Todavía hay primavera, todavía. Joaquín Antonio Peñalosa (Ediciones Rialp. 172 págs.), antología a cargo de mi buen amigo Fernando Arredondo. Un maravilloso canto de las cosas sencillas, pequeñas, cotidianas, que conforman una grandiosa sinfonía. Poesía fácil de comprender, de factura moderna, sin merma del lírismo que se le supone y que tanto asombra a los insensibles lectores de este siglo.
Como cada año, lecturas deslavazadas e inconexas; o mejor dicho, con una conexión profunda, casi invisible: el alma humana.
Que os sea de provecho.
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