Foto atarifa CC |
Sin embrago, se percibe un malestar que no nos deja tranquilos, que enturbia nuestra privilegiada situación. El cine y la literatura se ceban anunciando futuros distópicos de destrucción masiva*. Nos empeñamos en procurar más la muerte que la vida, justo cuando mejor podemos cuidar y procurar la vida: suicidio, aborto, eutanasia...
¿Qué nos estamos perdiendo? ¿Qué hemos olvidado, dejado atrás? ¿Qué no envidiarían nuestros antepasados?
Dios.
El progreso ha traído autosatisfacción y, por tanto, autonomía. Y ambos, individualismo. ¿Y a hora qué? Constatamos que no basta. Que la naturaleza humana tiene otras exigencias que no se satisfacen con lo que hemos conseguido. Ni con lo que conseguiremos. Si sobrevivimos.
Leyendo he topado con una buena descripción del hombre blanco occidental: un ser con valores cristianos desgajados de su fundamento.
Su fundamento era el Dios cristiano. Los diez Mandamientos. ¿Ahora? Ahora parece no haber suelo.
Las inquietudes y los problemas de hoy, las importantes -no si tengo o no wifi y cosas así-, son las de siempre. Pero ahora las respuestas son pobres. Al desenraizarse han quedado famélicas, ineficaces, sometidas a los vaivenes de los intereses inmediatos del poder de cada momento. Son parches, mal parcheados.
Pienso que no solo existe el derecho de los padres cristianos a que se enseñe en la escuela -de la titularidad que sea- la religión católica, sino que es toda la sociedad la que debería tener en esto el máximo interés. Porque si se enseñan y viven los Diez Mandamientos, todo andará mucho mejor.
Hace unos días se me ocurrió la siguiente correlación. Mejorable, sin duda. Es una propuesta vuelapluma:
- Amarás a Dios sobre todas las cosas. Ecología (cfr. Laudato si). O libertad; pero esto nos llevaría lejos.
- No tomarás el nombre de Dios en vano. Respeto, tolerancia.
- Santificarás las fiestas. Botellones, conciliación.
- Honrarás a tu padre y a tu madre. Pensiones, estado del bienestar, políticas sociales.
- No matarás. Abolición de la pena de muerte, terrorismo, paz.
- No cometerás actos impuros. Abusos contra la libertad sexual, prostitución.
- No robarás. Delincuencia, tráfico de drogas.
- No darás falsos testimonios ni mentirás. Prevaricación, cohecho.
- No consentirás pensamientos ni deseos impuros. Violencia de género, pornografía.
- No codiciarás los bienes ajenos. Corrupción.
Se puede hacer mucho y bien si volvemos a las raíces de nuestra civilización y dejamos de hacer planes vanos (cfr. Salmo II).
* ¿Exagero? Precisamente hoy mi diario de cabecera, de una corrección política descolorida sin fisuras, nada sospechoso de sensacionalismo, publica un artículo de Daniel Reboredo -historiador y analista político- a cuenta del fallecimiento de Kofi Annan, en el que dice cosas como "en estos momentos la mayor parte de la economía mundial está inmersa en un modelo de autodestrucción definitiva".
De Annan no hablo, porque estaría feo decir lo que pienso ahora que está muerto.
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