Mientras en el Congreso los padres patrios desataban la barrila presupuestaria y en el ágora callejera los oradores de la Generación Perdida se aclaraban el esófago para gargarizar sus consignas, el secretario general de Cáritas España, Sebastián Mora, nos informaba de que el año pasado atendieron a 1.804.126 menesterosos en España y a cuatro millones en el extranjero. Así es la vida: unos parlamentan; otros luchan; y otros, sencillamente, rellenan la escudilla cotidiana de los pobres.
Así empieza un impagable artículo de Jorge Bustos (Caridad o democracia, La Gaceta, miércoles, 24 de octubre de 2012), que me ha dado otra perspectiva de una constatación que tengo hecha desde hace tiempo: que los pobres se ponen a pedir en las puertas de las iglesias, y no en las de los bancos, los indicatos ni las oficinas gubernamentales.
La Memoria 2011 de Cáritas Española presenta un balance positivo: más familias atendidas, más voluntarios y más donativos de origen privado (ojo, 2011, no se cuenta el reciente de 20 M de Amancio Ortega). Es decir, ellos, como muchos otros (Bancos de Alimentos, comedores, etc.), sin palabrería, pancartas ni manifestaciones, se arremangan y resuelven, mientras otros gritan, exigen y no resuelven nada.
Por ejemplo, tenemos el reciente y triste suceso del suicidio de un vecino de La Chana (barrio de Granada), que se ha suicidado ante su inminente desahucio. Ahora todos, a toro pasado, se manifiestan, protestan y desfilan ante su cadáver; pero me gustaría saber quién de todos estos le ha ayudado en su necesidad durante los años en que ha venido cocinándose esta desgracia.
Para colmo, aún soportamos en este atribulado país a una colección de comunistas irredentos, inasequibles al ridículo, capaces de criticar, de forma gravemente insultante, a Cáritas, por la iniciativa de esta de crear un economato. Al secretario provincial de Comisiones Obreras de Córdoba se le fueron los sesos por la boca cuando comparó Cáritas con la mafia y los Hermanos Musulmanes. Dijo que él apuesta por la justicia y no por la caridad.
No sé qué pensarán los "clientes de Cáritas"; pero se adivina, mientras la caridad dé de comer y la "justicia" del señor secretario solo proporcione pancartas y titulares.
Empiezan a cansar tantos botarates que, para más inri, cobran del bolsillo de todos. La Caridad cristiana, de siempre, supone la Justicia -dar a cada uno lo suyo- y añade el amor fraterno -dar de lo propio, darse uno mismo-: hace falta mucha ceguera, o mucha estupidez, o mucha maldad para seguir despreciándola.
La sabiduría popular lo viene diciendo desde hace siglos: menos predicar y más dar trigo (señor secretario).
Así empieza un impagable artículo de Jorge Bustos (Caridad o democracia, La Gaceta, miércoles, 24 de octubre de 2012), que me ha dado otra perspectiva de una constatación que tengo hecha desde hace tiempo: que los pobres se ponen a pedir en las puertas de las iglesias, y no en las de los bancos, los indicatos ni las oficinas gubernamentales.
La Memoria 2011 de Cáritas Española presenta un balance positivo: más familias atendidas, más voluntarios y más donativos de origen privado (ojo, 2011, no se cuenta el reciente de 20 M de Amancio Ortega). Es decir, ellos, como muchos otros (Bancos de Alimentos, comedores, etc.), sin palabrería, pancartas ni manifestaciones, se arremangan y resuelven, mientras otros gritan, exigen y no resuelven nada.
Por ejemplo, tenemos el reciente y triste suceso del suicidio de un vecino de La Chana (barrio de Granada), que se ha suicidado ante su inminente desahucio. Ahora todos, a toro pasado, se manifiestan, protestan y desfilan ante su cadáver; pero me gustaría saber quién de todos estos le ha ayudado en su necesidad durante los años en que ha venido cocinándose esta desgracia.
Para colmo, aún soportamos en este atribulado país a una colección de comunistas irredentos, inasequibles al ridículo, capaces de criticar, de forma gravemente insultante, a Cáritas, por la iniciativa de esta de crear un economato. Al secretario provincial de Comisiones Obreras de Córdoba se le fueron los sesos por la boca cuando comparó Cáritas con la mafia y los Hermanos Musulmanes. Dijo que él apuesta por la justicia y no por la caridad.
No sé qué pensarán los "clientes de Cáritas"; pero se adivina, mientras la caridad dé de comer y la "justicia" del señor secretario solo proporcione pancartas y titulares.
Empiezan a cansar tantos botarates que, para más inri, cobran del bolsillo de todos. La Caridad cristiana, de siempre, supone la Justicia -dar a cada uno lo suyo- y añade el amor fraterno -dar de lo propio, darse uno mismo-: hace falta mucha ceguera, o mucha estupidez, o mucha maldad para seguir despreciándola.
La sabiduría popular lo viene diciendo desde hace siglos: menos predicar y más dar trigo (señor secretario).
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