Menos mal que ABC Cultural lo ha puesto en portada ("Salgari, la eterna aventura", jueves 21 de abril de 2011), porque si no no caigo en la cuenta de que este año se cumple el centenario del escritor que -generalizando, pero poco- me convirtió en lector. He leído, mejor, devorado, la mayoría de las ochenta y tantas novelas del autor Veronés, que me hizo viajar y disfrutar por todo un mundo y un tiempo de imaginación y aventura, sin salir él de su casa ni yo de mi tumbona de playa; gran parte de los viejos ejemplares que atesora la biblioteca paterna proceden del mercado del libro usado de San Antonio, Barcelona, y están desencuadernados por culpa de los finos granos de arena de la Costa Dorada del norte de Tarragona.
Menos mal que di con Salgari antes de hacerlo con Julio Verne, cuyas obras encuentro pesadas, o Swift, peor aún, o Melville, del que tengo aún pendiente tres cuartos de ballena blanca. Después de Enid Blyton, camino de los Twain, London y Dumas (hijo), los Tigres de Mompracem me han convertido en un irredento de la novela de aventuras, hasta el punto de que acabo de cerrar la última página de "Capitanes intrépidos".
Con profundo agradecimiento y como sentido homenaje, enlazo el emotivo artículo de Xuan Bello, El encanto de Salgari, solo apto para fans irreductibles de la aventura de escribir, leer y vivir.
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Menos mal que di con Salgari antes de hacerlo con Julio Verne, cuyas obras encuentro pesadas, o Swift, peor aún, o Melville, del que tengo aún pendiente tres cuartos de ballena blanca. Después de Enid Blyton, camino de los Twain, London y Dumas (hijo), los Tigres de Mompracem me han convertido en un irredento de la novela de aventuras, hasta el punto de que acabo de cerrar la última página de "Capitanes intrépidos".
Con profundo agradecimiento y como sentido homenaje, enlazo el emotivo artículo de Xuan Bello, El encanto de Salgari, solo apto para fans irreductibles de la aventura de escribir, leer y vivir.
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