Rincón granaíno en Torreciudad |
En mi opinión, hay dos factores que influyen poderosamente en este malestar: el abandono del cristianismo y la deconstrucción de la familia. El cristianismo, incluso en su versión leve de barniz cultural, enseña que no se ha de robar, matar, etc., y que hay que respetar a los demás y sus bienes, la autoridad, Dios... Son mandamientos que preparan el terreno para una sociedad que busque el bien, la verdad, la solidaridad, el verdadero progreso. La familia es el medio ambiente ecológico apropiado para que este terreno se abone en cada persona y esta crezca y desarrolle todo su potencial a cubierto de los peligros de la intemperie. La sustitución de la familia por el Estado es un tratamiento equivocado que produce más daño que la enfermedad que pretende sanar.
¿Qué tiene que ver todo esto con la Jornada Mariana de la Familia de Torreciudad? Que es un encuentro que refuerza la familia y el mensaje cristiano para la sociedad de una sola tacada. Por eso recomiendo vivamente asistir.
He ido a Torreciudad con este motivo anual en bastantes ocasiones, también este año. El viaje desde Granada se hace en autobús, con noche del viernes al sábado y sábado al domingo en Zaragoza. Los organizadores consiguen que se haga corto. El núcleo de los peregrinos suma viajes de tres dígitos y tiene todo muy organizado. En el autobús se habla, se reza, se ven películas, se pican roscos, garrapiñadas, frutos secos..., y, de regreso, tiene lugar el celebérrimo "Concurso de chistes malos", con participación especialmente entusiasta de los más pequeños, que suelen ganar porque, además de contar unos chistes malísimos, los cuentan fatal. Este pasado viaje los chistes ganadores eran realmente patéticos; pero se han colado bastantes buenos y hasta muy buenos, abucheados por los presentes.
La organización es de mesa y mantel. Primero asistimos a Misa en la basílica de Las Angustias, para hacer acopio de barroco y recibir la bendición del peregrino. La parada a comer en el viaje de ida y de vuelta solo requiere una buena sombra; el resto va en los bajos del autobús: las mesas, los manteles, los cubiertos, las neveras, las empanadas, los lomos de orza, los choricillos salchichones y morcillas, las croquetas, los "Aliatar" de alcachofas y anchoas, las cervezas, los pasteles, el café..., y la dos botas con el vino dulce y fuerte de la zaidinera Despensa Alpujarreña. Este dispositivo se despliega también el mismo sábado de la jornada mariana, al abrigo de los soportales que delimitan la explanada del santuario, delante del Misterio luminoso de la institución de la Eucaristía, la Última Cena, para los menos enterados: a este "rincón granaíno" acuden los viejos conocidos de otros lugares, seguros de encontrar las más cálida y servicial acogida.
Las noches en Zaragoza tienen también sus tradiciones: visita a la Virgen del Pilar, lo primero,otras visitas, como la de la maravillosa catedral o el Puente de Piedra, paseo por el casco antiguo y, el viernes noche, el bocata calamares en el Calamar Bravo de la calle 5 de marzo, y el helado en el Paseo de la Independencia. El domingo siguiente a la Jornada solíamos asistir a la Misa de nueve en El Pilar; pero este año, tras despedirnos de la Virgen, la oímos en la preciosa iglesia de la Santa Cruz, frente al Museo de Goya. Desde allí cruzamos andando el puente de Santiago para subir al autobús que nos espera al otro lado del Ebro, el Parque Macanaz, compartiendo casi siempre parte del recorrido con los rezagados de una carrera popular.
No he contado nada de la Jornada Mariana propiamente dicha, ni del Santuario de Torreciudad; pero es a propósito, para que sea cada uno el que se interese y se anime a peregrinar el septiembre que viene, o a viajar cuando quiera o tenga oportunidad, aunque sea sin evento de por medio.
Algunas fotos del viaje.
Vídeo personal y casero de Torreciudad.
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