Siento una profunda prevención hacia "lo público". No es por el prurito de ir contracorriente; es que me supera que traten a los ciudadanos como a menores de edad. Respetar a una ciudadanía madura debería significar, en mi opinión, aplicar el principio de subsidiariedad a rajatabla: no más Estado que el mínimo imprescindible.
Tengo un buen arsenal de razones para sustentar mi postura; pero hoy voy a fijarme en una, bastante poderosa: "lo privado" arriesga su dinero; "lo público" arriesga el mío, sin que yo pueda rechistar (Hacienda somos todos, nos guste o no).
Pero la sucesión de casos de corrupción en "lo público" amenaza en convertir la prevención en aversión cuando, además, se añaden las ínfulas culteranas. Veamos el caso de la sedicente "Fundación Saramago" (FS).
Resumiendo, para no cansar, algunos políticos pensaron aprovechar la vinculación del famoso escritor comunista portugués José Saramago con Castril -un precioso pueblo de la comarca de Huéscar, por lo demás-, para convertirla en un poderoso motor cultural con tres áreas complementarias de trabajo: la reflexión cultural, el arte y la literatura, la cooperación y los derechos humanos, mediante publicaciones, conferencias, exposiciones, y becas de estudio, basadas en la difusión y la conservación del legado ético de José Saramago.
La FS es iniciativa pública, que aprovecha cierto papanatismo privado para brillar con luz ajena. Como pasa siempre que "lo público" se apropia de "lo privado", el resultado ha sido un desastre, hasta el punto de que la familia del escritor lleva tiempo queriendo desvincularse (en Granada pueden verse los casos de los Lorca, los Guerrero...), Porque, quizá, sucede que un ayuntamiento de pueblo no está preparado para llevar una fundación.
Ha sucedido que la tal FS no ha cumplido nunca con los requisitos necesarios para ser una fundación y, por tanto, no podía recibir dinero "público" ninguno, por ley. Pues bien, ha recibido más de un millón de euros en unos pocos años, porque ninguna de las instituciones que ejercen como patronos de la misma pareció darse cuenta: ni Diputación de Granada, ni Universidad de Granada ni el propio Ayuntamiento de Castril. Pero no acaba aquí la cosa: resulta que tampoco están justificados la mayoría de los gastos, los justificados no coinciden con los datos de Hacienda, han desaparecido la dotación fundacional y el libro de cuentas, los dineros se confunden con los del ayuntamiento... Y, por supuesto, la táctica de los políticos -socialistas en este caso-, ha sido de exculparse y echar la culpa a los demás, hasta que lo burdo de sus denuncias ha puesto su cara dura al sol.
No entremos a analizar las magníficas actividades culturales del Centro Saramago (ahora ya no se refieren a él como fundación), no sea que la vergüenza nos apabulle. Supongo que ya conocen el siguiente corto de humor:
Más información del caso en eldiario.es, aunque es de octubre y ahora, en enero, acaba de comparecer el ex alcalde y gerente y ya no está tan gallito.
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