Ir al contenido principal

Alegorías del horror

Juan Manuel de Prada
ABC, 8 de agosto de 2005

DOS noticias macabras han asaltado los titulares de prensa en fechas recientes. En un pueblo de Alemania era detenida una mujer que había asesinado hasta a nueve de sus hijos en el momento del alumbramiento y enterrado sus cadáveres en macetas. Casi sin solución de continuidad, nos enteramos de que un hospital de París escondía en sus sótanos hasta trescientos cincuenta cadáveres de fetos y niños recién nacidos, algunos conservados en frascos de formol desde hacía dos décadas. Ambas noticias han provocado un fugaz escándalo: la primera ha sido despachada con un repeluzno de repugnancia, quizá una reminiscencia de aquel horror primigenio que provoca el recuerdo de Saturno; la segunda ha originado en Francia un venial revuelo administrativo, pues al parecer la legislación sanitaria obliga a los hospitales a incinerar los cadáveres, si no son reclamados en un plazo de diez días desde su defunción. Naturalmente, la hipocresía contemporánea no ha querido afrontar el trasfondo de horror que se agazapa detrás de estas dos noticias, alegorías de un horror mucho más vasto y acuciante que nuestra sociedad prefiere ignorar.

Ambos sucesos, más allá de sus particularidades anecdóticas (el trastorno de una madre desnaturalizada, la infracción de una normativa sanitaria), comparten un mismo meollo de espanto: Occidente esconde, detrás de su fachada humanitaria, una trastienda de crímenes de proporciones industriales que mantenemos cerrada, para que sus emanaciones pútridas no golpeen nuestras conciencias anestesiadas; crímenes amparados en coartadas clínicas o aberraciones legales, perpetrados contra los seres más indefensos, sustentados sobre la quiebra moral de las llamadas «sociedades del bienestar». En un artículo anterior me refería, citando a Solzhenitsyn, a ese «arrebato de automutilación», a esa falta de fe en el futuro que gangrena a las sociedades occidentales, ensimismadas en su opulencia. Cuando se deja de creer en el futuro, se deja de creer en la transmisión de la vida; cuando se destierra de nuestro horizonte moral el primer mandato divino -«Creced y multiplicaos»-, es natural que aceptemos, siquiera por connivencia o estolidez, el aborto. Todavía nos horripila que una madre desnaturalizada estrangule a sus hijos cuando acaba de alumbrarlos, todavía nos indigna que guarden a los fetos en frascos de formol; pero no nos equivoquemos: estas reacciones no son sino aspavientos de farsantes a quienes no injuria tanto la comisión del crimen como que el crimen no pase desapercibido. Si esa infanticida alemana, en lugar de desembarazarse de su prole mediante métodos tan tremebundos, hubiese abortado en un quirófano; si esos médicos franceses coleccionistas de fetos hubiesen cumplido con las ordenanzas sanitarias... ni siquiera nos habríamos inmutado.

La «solución final» decretada por el régimen nacionalsocialista (conviene que empecemos a designar sin abreviaturas la quimera de Hitler, para que seamos más conscientes de su inspiración ideológica) fue digerible mientras pasó inadvertida. El comunismo fue jaleado por sus «comprometidos» corifeos mientras se pudo ocultar el gulag. Nuestra época, en su frenesí automutilador, ha ideado otra forma de holocausto igual de siniestra, pero mucho más tranquila y desapercibida, puesto que se asegura el silencio de las víctimas. Algún día nuestros herederos se asomarán con horror a las fosas donde claman esas víctimas sin voz; algún día descubrirán en su entera y pavorosa magnitud el exterminio de vidas gestantes que hoy se perpetra impunemente. Y entonces se preguntarán: «¿Qué clase de monstruos fueron nuestros padres?». Con desaliento y resignada ira, intuyo que no alcanzaré a ver ese día; pero me consuela saber que otros -mis herederos- harán en mi nombre justicia

Comentarios

Legionarius ha dicho que…
Truculento lo que cuentas.
Me limito a opinar que aborto es lo mismo que genocidio.

Un saludo
Pues sí, un genocidio que no está causado por diferencias de raza, religión, lengua, cultura, etc., sino por el egoismo de quienes quieren "disfrutar" sin pensar en los demás, sin pensar en las consecuencias de sus actos, un genocidia que abarca a toda la humanidad.
Aunque no debemos olvidar que para los abortistas más conspícuos (ONU, IPPF), es principalmente un método de control de la natalidad, principalmente de los países pobres, un modo de defender la sociedad opulenta sin necesidad de moverse del sillón.
En esto del aborto hay muchos factores, por supuesto, Marías se refiere a que el gran drama moderno es la aceptación social del aborto, y en esto tiene responsabilidad toda la sociedad.
Pienso que no hay que criminalizar a la mujer, sino ayudarla a llevar su maternidad adelante, cambiando muchas cosas en nuestro mundo; pero también pienso que la mujer que aborta tiene su parte de responsabilidad, y muchas veces la mayor parte; puesto que somos libres, somos responsables, y si alguien no es consciente de lo que significa abortar, lo normal es que su inconsciencia sea culpable. Que se sea también víctima (conozco la web de AVA y admiro su trabajo), no es eximente completa.
Las vacaciones fueron espléndidas,efectivamente, gracias; es lo malo que tiene, que duele más que se acaben. Pero hay que estar en la batalla.
Cierto y bien puntualizado lo que dices, a ver cómo hacemos para que las mujeres no se dejen engañar (también hay que hacerlo con los varones; pero si las mujeres se defendiesen...).
¡Otro saludo!
Está bien, culpa compartida tú ganas (por que tienes razón). Y !ENHORABUENA¡ por el embarazo: supongo que ya sabes que, además de todo lo que supone para tí, es más, muchísimo más que la OPA más descomunal del mercado, la medalla de oro de un mundial, el premio Nobel de literatura, poner un pie en Marte, o cualquiera de esos logros históricos en que ciframos los hombres el éxito de una vida; porque un embarazo, cualquier embarazo, es LA VIDA.
Cuidate

Populares

San Pablo en Atenas

San Pablo en el Areópago Rafael Sanzio  (1515-1516 )   Londres, Victoria & Albert Museum He releído recientemente el discurso de San Pablo en el Areópago de Atenas * y me ha fascinado su actualidad: es un ejemplo plenamente útil para la comunicación de la fe en el Occidente contemporáneo. Atenas Atenas. Año 52 d.C. 16 o 19 años después de la muerte y resurrección de Cristo. Algo así como si estos hechos fundamentales hubieran ocurrido en 2000 y Pablo llegase a Atenas hoy. En realidad, menos tiempo, porque entonces todo iba mucho más despacio que ahora, y 17 años entonces eran un ayer. Atenas era una ciudad en decadencia . Aún conservaba el aura de capital cultural del Mundo; pero el centro de poder y cultura se había desplazado hacia el oeste, a Roma. Un ejemplo con todas sus limitaciones, como si habláramos hoy de París y Nueva York. En Atenas se mezcla un materialismo desencantado y un sincretismo religioso que resulta en un relativismo muy parecido al de hoy día e

Aquí no hay quien viva

Así está la cosa, y lo que nos espera, porque parece ser que la Universidad Carlos III ha encargado a los guionistas de este engendro el manual de " Educación para la Ciudadanía "... Mofa de la Iglesia, apología del aborto y elogio del homomonio J.A Osca. Aquí no hay quien viva Cadena televisión: Antena 3 Hora de emisión: 22:00 Fecha emisión: 11/05/2006 Los dos últimos capítulos emitidos por Antena 3 de la serie “Aquí no hay quien viva” constituyeron un catálogo perfecto del pensamiento e ideología que pretenden imponernos en España desde el sector de la progresía más rancia y ultramontana. En una de las tramas, una de las dos lesbianas de la serie decide tener un niño, pero como necesita semen, se va con su otra amiga lesbiana al ‘banco de semen’ de la primera planta, donde viven dos gays porque “entre gays y lesbianas, el tráfico de espermatozoides es lo más normal del mundo”. De los dos, Fernando es el elegido (porque el otro, Mauri, ya prestó el suyo en otra ocasión) y le

Navidad 2023

 Llega la Navidad y llega la polémica. Ya dice el villancico que Dios bajó a la tierra "para padecer". Cada año se reproducen los que no soportan este tiempo navideño, los que felicitan "las fiestas" como si se dieran sentido a sí mismas, los neopaganos del solsticio de invierno, las saturnales, etc. -con menos sentido sobrenatural que los paganos originales-, los del fin del otoño, los de "santaclaus"... Están los que contraponen con buena intención y cierta lógica, las guerras, los asesinatos, los terremotos, los accicedentes, etc., a los deseos de paz, el reencuentro familiar y las buenas noticias, un poco ingenuamente.  Están esos vídeos "navideños" tan celebrados ( virales se dice ahora), en los que la Navidad propiamente dicha, el nacimiento del Niño Dios en Belén, brilla por su ausencia tanto como sí brilla la calidad artística, como el tradicional de Campofrío , de la Lotería , o el de este año de Suchard . Así que he decidido vengarme y