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La Iglesia del 'no'

Más claro, agua
Ideal de Jaén-07-08-2005
ANTONIO GARRIDO DE LA TORRE
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS TEOLÓGICOS DE JAÉN

ESTE curso pasado ha sido de una especial intensidad en la vida de la Iglesia en España. Las relaciones de la Iglesia con el gobierno, siendo diplomáticos, podríamos decir que han sido manifiestamente mejorables. Y tanto. En nuestro país no se conocía una manifestación como la celebrada por la familia en la que estuvieran presentes una veintena de obispos. Y no sólo por el tema de la familia. Parece ser que el baile no ha hecho más que comenzar. Con motivo de la aprobación de la ley orgánica de la educación la conferencia episcopal ya ha dicho claramente que es una ley en la que «no ha habido diálogo ni negociación alguna». Los motivos del rechazo de este texto son expuestos directamente por la conferencia episcopal. Esta ley «recorta el derecho fundamental de los padres a decidir sobre la educación de sus hijos de acuerdo con sus convicciones religiosas, morales y pedagógicas; limita gravemente la libertad de la escuela católica y de las demás instituciones educativas de iniciativa social en el ejercicio de sus derechos a la educación y pone seriamente en peligro la enseñanza de la religión en la escuela». Por todas estas razones, las asociaciones católicas de padres de alumnos y de defensa de la familia han anunciado un «otoño caliente» ya que este texto legislativo es considerado inaceptable.

La Iglesia en España ha tenido que lanzar unas campañas que ponen de manifiesto la opinión cristiana sobre temas de actualidad y relevancia social. La Iglesia lo ha llamado iniciativas para la difusión de la visión católica de asuntos de interés público. En estos temas que afectan a la investigación con las células madre, al concepto de familia o al tema de la eutanasia, la Iglesia se ha sentido urgida a explicar cual es su visión desde la moral cristiana. Y este servicio es especialmente necesario sobre todo en estos tiempos en los que el relativismo y el subjetivismo hacen su agosto, nunca mejor dicho. Que el gobierno legítimo de un país legisle es algo normal y necesario. Que la Iglesia exponga claramente su criterio sobre esta legislación, en especial cuando afecta a temas tan importantes sobre la defensa de la vida o la familia, no sólo no se ve normal sino que a menudo es considerado una intromisión inaceptable en ámbitos que no le afectan.

Una buena parte de la clase política comparte una teoría sobre la religión...que intenta por todos los modos posibles trasladar a la ciudadanía. Según esta teoría, que hunde sus raíces en el laicismo liberal más rancio y afortunadamente superado en la mayoría de Europa, el hecho religioso debería ser eliminado radicalmente como una especie de rémora esclavizante del ser humano. Pero ya que los diversos intentos de esta eliminación han sido inútiles hay que prodigarse en recluir cualquier iniciativa de orden religioso en la más opaca intimidad de la persona. Hay que procurar por todos los medios que el hecho religioso sea algo que quede exclusivamente en la esfera de lo privado y, en consecuencia, anular cualquier manifestación religiosa de carácter público. Y si no se puede anular, hacer todo lo posible por maquillar o diluir ese componente religioso de lo social.

Pero lo preocupante no sólo es esto. Es, además, la imagen que desde la mayoría de medios de comunicación se transmite de la Iglesia. Es la Iglesia del «no», la Iglesia cavernícola, reacia al progreso, ensimismada en su intolerancia y replegada en sus supuestos privilegios. Se trata de difundir una imagen antipática y negativa de la Iglesia, que parezca que a todo lo positivo para el hombre dice «no». Como consecuencia de la mentalidad descrita anteriormente, esa es la imagen que intencionadamente se pretende dar de la institución eclesial. Parece como si estuviera en contra a todo lo que supone la felicidad de ser humano. O dicho más explícitamente por uno de nuestros ultraprogresistas políticos: «la mitra y el púlpito son elementos contrarios a la naturaleza y, quienes en ellos se expresan, son seres emocionalmente desorganizados, un peligro para la salud mental y el normal desarrollo de las sociedades avanzadas».

Pues eso. Se pretende ahondar en unas más que superadas posturas anticlericales intentando por todos los medios transmitir la idea de que Iglesia y progreso son conceptos antagónicos. Y de esta forma parece que la Iglesia dice no a la erradicación de enfermedades porque desautoriza la investigación con células madre. Pero ni se habla de otras vías de investigación que son igualmente posibles y moralmente lícitas. Parece que la Iglesia quiere insultar y condenar a los homosexuales cuando lo que hace es defender el concepto fundamental de familia. Parece que la Iglesia dice no al derecho a decidir de una madre. Pero lo que hace es defender el derecho a la vida de los no nacidos y evitar el asesinato de una persona que supone el aborto. Parece que la Iglesia se aferra al sufrimiento de los enfermos cuando lo que hace es defender la integridad de la vida del ser humano evitando la eutanasia. Y parece que la Iglesia se encastilla en sus privilegios en el orden educativo cuando lo que hace es defender los derechos de los padres a elegir el tipo de educación que prefieren para sus hijos. Un derecho que está reconocido constitucionalmente.

Por eso no estaría de más que nos dejáramos de tópicos y tergiversaciones sobre la información de la Iglesia y que por encima de la Iglesia del «no» que nos pretenden vender, viéramos a una Iglesia del «sí» a la vida, del «sí» a la felicidad del ser humano según el proyecto del Evangelio de Cristo. Una Iglesia viva y dinámica, transmisora de valores fundamentales, que se preocupa de la justicia y la igualdad como lo ha venido haciendo desde sus inicios. Y una Iglesia que es la mayor institución de asistencia social que hay en España. Esa es, afortunadamente, la Iglesia que formamos los seguidores de Jesucristo. Y que, dicho sea de paso, es a la que pertenece la mayoría de españoles.

Comentarios

Embajador ha dicho que…
Interesante tu entrada. Me gustaría hacer una puntualización, el laicismo liberal sigue presente y bien presente en buena parte de Europa. Existen dos ejemplos claros uno es el caso Buttiglione y otro es el mismo tratado de constitución europea.

Claramente en España se está dando una batalla considerable, pero esto no significa que en Europa haya "menos" laicismo liberal, yo creo más bien que la razón es que hay "más" y que por tanto las voces discrepantes se oyen menos.

Una amiga (inglesa) de mi madre solía decir que el demonio no tenía nada que hacer en Inglaterra, porque ya lo había hecho todo. Pues creo que en Europa pasa lo mismo, y de alguna manera España es uno de los pocos "oasis" que aun quedan.

De ahí que nuestra responsabilidad como católicos sea tan enorme. No estamos hablando de recristianizar España, estamos hablando de recristianizar Europa, tal y como JPII nos pidió.

Y por último, fíjate el eco e impacto que tuvo la actitud de los obispos españoles en todo el mundo católico. Solo tienes que echar un vistazo a bitacoras extranjeras para darte cuenta que si la actitud de los obispos era desconocida en España, lo es aún más fuera de nuestro país.

El mundo, tanto el laicista como el cristiano, se fija en nosotros ahora mismo. Tengamoslo en cuenta.
Estoy totalmente de acuerdo contigo, en gran parte de Europa la cosa es aún peor, mucho peor en bastantes países. Al poner artículos de otros no necesariamente comparto todos sus asertos, y en este caso comparto el tuyo.
Y no sólo somos una referencia para los europeos, también, y más aún, para los hispanoaméricanos.
La verdad es que "nuestras generaciones" tenemos un papelón.
A ver cómo nos desenvolvemos...
Hispanicus ha dicho que…
Por eso creo que nuestro deber como cristianos católicos es defender nuestra fe, contra viento y marea, no enquistarnos en nosotros mismos, salir y decir sin complejos que somos catolicos y defender nuestra moral catolica sin achantarnos ante las criticas.

Yo lo hago, y me critican, me tildan de ingenuo, de tontito, de sectario, etc, pero me da igual, hace tiempo que deje de temer estas actitudes, tenemos que ser valientes y defendernos con ganas, no todo vale, no al relativismo moral.

Soy católico, y estoy orgulloso de serlo.
Da gusto leer vuestros comentarios. Es verdad, quieren acomplejarnos para que callemos, porque saben que nuestras palabras son muy poderosas, tienen toda la fuerza de la verdad, no son simples opciones (salvando que luego, al concretar, quepan distintas formas de hacer las cosas).
Así que a hablar, a proponer, a organizar la sociedad con la verdadera perspectiva del hombre que poseemos.
Sin embargo, yo prefiero presentarme como ciudadano, amparado por la realidad de las cosas, y no sólo -aunque también- por mi fe, pues pienso que la perspectiva cristiana del hombre y la sociedad es compartible por todas las personas de buena voluntad, porque es coherente con la naturaleza de la creación; vamos, por cualqioera con ojos en la cara y dos dedos de frente.
En fin, que me enrollo, perdón...

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