Al hablar en un reciente post sobre las reformas del nuevo gobierno, me aventuré, al hablar del aborto, a señalar que "La mención a la doctrina del Tribunal Constitucional como inspiradora de la reforma es también buena señal, porque en la famosa sentencia del 85 que despenalizó ciertos supuestos hay muchas cosas muy aprovechables".
No es de esta opinión mi jurista de referencia, Andrés Ollero, como comenta en Diario Médico, en un artículo del pasado 31 de enero:
Registrado queda, para que el lector saque sus propias conclusiones.
Fuente: ConoZe.com
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No es de esta opinión mi jurista de referencia, Andrés Ollero, como comenta en Diario Médico, en un artículo del pasado 31 de enero:
Cabe también preguntarse si basta tomar como punto de partida la sentencia 53/1985 para que la protección al no nacido cambie sensiblemente. La respuesta es de nuevo negativa; lo dice el Consejo de Estado, en el heterogéneo y unánime dictamen de su comisión permanente sobre la reciente ley. Cinco lustros después, la situación es de aborto libre, al convertirse España en «un paraíso del turismo abortista y el lugar donde más crece el número de abortos en la Unión Europea».
La sentencia de 1985 fue de las más discutidas de la historia del TC: empate a seis y voto de calidad del presidente. Para los magistrados discrepantes la mayoría se había propasado al empeñarse en indicar al legislador qué garantías habría de tener en cuenta para proteger a los no nacidos. El resultado de las discutidas garantías ha sido nulo. La salud psíquica de la embarazada se ha convertido en fórmula omnicomprensiva, con la llamativa pasividad del Ministerio Fiscal; se ha olvidado lo que tan claramente expresó la sentencia: cuando la ley admite un aborto «necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud de la embarazada», el término necesario «sólo puede interpretarse en el sentido» de que el conflicto «no puede solucionarse de ninguna otra forma». Entre eso y el aborto libre parece haber un trecho, pero no lo ha habido ni gobernando socialistas ni gobernando populares: entre los que se despreocuparon de su protección y los que no se atrevieron a protegerlos, los no nacidos no han ganado para sustos. Ese es, por tanto, el quid de la cuestión.
Registrado queda, para que el lector saque sus propias conclusiones.
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