No sé cómo a Rafael Hernando, portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, no le da vergüenza salir a la palestra a anunciar la deposición de golondrino que es la frustrada reforma de la "ley del aborto". Quizá por eso le han nombrado para el cargo. Con esta desvergonzada propuesta, el Gobierno acaba de confirmar -por si quedaba alguna duda-, que no piensa tomar ninguna medida para combatir la lacra del aborto ni para favorecer que salgan adelante los embarazos en situación de riesgo, como señala Benigno Blanco, presidente del Foro de la Familia. La Mafia de las clínicas abortistas está de enhorabuena. Sigue sonando la marcha de los matarifes.
Por su parte, Carmen Montón, diputada socialista, tiene el mérito de haber dejado a los sofista griegos y al mismo Gran Hermano (el de Orwell) en meros aprendices, a cuenta de la birriosa "no reforma" de la "ley del aborto" que ha perpetrado -con nocturnidad y alevosía-, el cobarde, indecente y mentiroso gobierno del Partido Popular.
Pero vamos con Montón, que me caliento. Dice la diputada estar en contra de que una "mujer" de 16 a 18 años deba pedir a sus padres-tutores permiso para abortar.
Primero destaca que a una fémina de 16 años se la llame mujer para unas cosas y niña para otra, según convenga a los intereses de cada cual, en cada momento.
Y luego, que piense que la intervención de los padres aboque a las menores al "aborto clandestino inseguro", cuando la experiencia de los que trabajan a pie de calle con las jóvenes con embarazos de riesgo -por ejemplo Red Madre-,es que casi siempre ellas quieren seguir y son sus progenitores y el entorno los que presionan para que aborten.
Montón argumenta desde el pináculo de la ideología de género; pero no se mancha del barro de la terca realidad que fuerza a tantas jóvenes a la fornicación precoz y, como consecuencia, al aborto.
Por eso, de buena mañana he escrito la siguiente carta al director de mi diario de referencia:
En el editorial del jueves 19, "Asignatura popular", se destaca que "la reforma del aborto ha reavivado un problema que parecía superado en la sociedad y en las familias", y se concluye diciendo "demasiada energía y tiempo perdidos a cuenta de un problema ya superado".
En lo único que estoy de acuerdo es que se trata de un problema. Pero no está en absoluto superado. El aborto es un drama para la sociedad y para las familias; por esto mismo, no se puede ni debe enterrar con la cal de la indiferencia o de una supuesta "superación" o pacífica aceptación social. El aborto es una gangrena física y moral que carcome nuestra sociedad y que, además de un horrendo crimen en sí, afecta de mil modos a nuestra convivencia.
No es posible erradicar la violencia, el malestar, la corrupción, mientras aceptemos el aborto.Por eso somos muchos los que pensamos seguir batallando por que desaparezca, día en el que sí estará superado, porque habrá dejado de ser un problema.
Por todo lo anterior, confío en que seamos muchos los que representemos a la gran mayoría que siente que hay que hacer más por la vida, el próximo 14 de marzo en Madrid, en la manifestación "Cada Vida Importa".
En conclusión, ahora más que nunca, hay que volver a salir a la calle, a mantener el pulso de la vida más desprotegida y de la sociedad en la que vivimos. Pienso estar en Madrid el 14 de marzo, porque "Cada Vida Importa".
Por su parte, Carmen Montón, diputada socialista, tiene el mérito de haber dejado a los sofista griegos y al mismo Gran Hermano (el de Orwell) en meros aprendices, a cuenta de la birriosa "no reforma" de la "ley del aborto" que ha perpetrado -con nocturnidad y alevosía-, el cobarde, indecente y mentiroso gobierno del Partido Popular.
Pero vamos con Montón, que me caliento. Dice la diputada estar en contra de que una "mujer" de 16 a 18 años deba pedir a sus padres-tutores permiso para abortar.
Primero destaca que a una fémina de 16 años se la llame mujer para unas cosas y niña para otra, según convenga a los intereses de cada cual, en cada momento.
Y luego, que piense que la intervención de los padres aboque a las menores al "aborto clandestino inseguro", cuando la experiencia de los que trabajan a pie de calle con las jóvenes con embarazos de riesgo -por ejemplo Red Madre-,es que casi siempre ellas quieren seguir y son sus progenitores y el entorno los que presionan para que aborten.
Montón argumenta desde el pináculo de la ideología de género; pero no se mancha del barro de la terca realidad que fuerza a tantas jóvenes a la fornicación precoz y, como consecuencia, al aborto.
Por eso, de buena mañana he escrito la siguiente carta al director de mi diario de referencia:
En el editorial del jueves 19, "Asignatura popular", se destaca que "la reforma del aborto ha reavivado un problema que parecía superado en la sociedad y en las familias", y se concluye diciendo "demasiada energía y tiempo perdidos a cuenta de un problema ya superado".
En lo único que estoy de acuerdo es que se trata de un problema. Pero no está en absoluto superado. El aborto es un drama para la sociedad y para las familias; por esto mismo, no se puede ni debe enterrar con la cal de la indiferencia o de una supuesta "superación" o pacífica aceptación social. El aborto es una gangrena física y moral que carcome nuestra sociedad y que, además de un horrendo crimen en sí, afecta de mil modos a nuestra convivencia.
No es posible erradicar la violencia, el malestar, la corrupción, mientras aceptemos el aborto.Por eso somos muchos los que pensamos seguir batallando por que desaparezca, día en el que sí estará superado, porque habrá dejado de ser un problema.
Por todo lo anterior, confío en que seamos muchos los que representemos a la gran mayoría que siente que hay que hacer más por la vida, el próximo 14 de marzo en Madrid, en la manifestación "Cada Vida Importa".
En conclusión, ahora más que nunca, hay que volver a salir a la calle, a mantener el pulso de la vida más desprotegida y de la sociedad en la que vivimos. Pienso estar en Madrid el 14 de marzo, porque "Cada Vida Importa".
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