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Sobre los niños, los medios de comunicación y el sexo

Artículo publicado en The New York Times, traducción aparecida en Diario Médico el 2 de febrero de 2006, que analiza el informe de la revista Pediatrics de julio de 2005 titulado Impacto de los medios de comunicación en las actitudes y hábitos sexuales de los adolescentes.

"El pasado verano, en la película Me and you and everyone we know, que ganó un premio cinematográfico en la categoría de "prohibido a los menores de 17 años", un adolescente es iniciado en el sexo oral por dos chicas quizá un año mayores, y su hermano de 6 años se introduce en un chat pornográfico donde se escribe con una mujer.
¿Es esto lo que ven los niños? En caso afirmativo, ¿qué mensaje están recibiendo sobre el sexo y qué efecto tendrá en sus vidas?
La revista Pediatrics analizó el tema el pasado mes de julio en un informe titulado Impacto de los medios de comunicación en las actitudes y hábitos sexuales de los adolescentes".

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Es un asunto importante, pero tristemente ignorado. El informe, basado en una revisión de la literatura científica, fue solicitado por el Congreso de Estados Unidos, financiado por los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de Atlanta y dirigido por la Universidad de Texas, en Houston. Según la conclusión de Liliana Escobar-Chaves, investigadora principal, "aunque una gran meta es conocer los efectos de los medios de comunicación en las costumbres de los adolescentes, como en las comidas, el tabaco o la bebida, apenas conocemos los efectos sobre sus hábitos sexuales".
¿Quién supervisa lo que ven, leen y oyen sobre el sexo?. En la mayor parte de los casos, nadie. "Cada vez más, los jóvenes acceden a los medios en entornos aislados de la supervisión o guía de los padres u otros adultos", dice el informe. "De media, un joven americano gasta un tercio del día en varias formas de comunicación, por lo general sin control paterno".
A pesar de los cortafuegos informáticos y televisivos, no tienen muchos problemas en acceder a presentaciones sexuales gráficas. Y nadie restringe lo que oyen por sus auriculares. El efecto de la educación basada en la abstinencia palidece por comparación con los numerosos mensajes gráficos que retratan la actividad sexual -en especial el sexo sin protección fuera del matrimonio- como una parte de nuestra cultura tan normal y aceptable como comer un Big Mac o beber una Coca-Cola.
La proporción de estudiantes de bachillerato que dicen haber practicado sexo ha bajado algo y el índice de embarazos de adolescentes también, pero las cifras siguen siendo pasmosas. "Aproximadamente el 47 por ciento de los estudiantes de bachillerato han tenido relaciones sexuales. De ellos, el 7,4 por ciento dice haberlo hecho antes de los 13 años, y el 14 por ciento ha tenido cuatro o más compañeros sexuales".
Cada año, en Estados Unidos cerca de 900.000 chicas jóvenes se quedan embarazadas (340.000 tienen 17 o menos años). Los índices de enfermedades de transmisión sexual son más altos entre adolescentes que entre adultos, y el 35 por ciento de las jóvenes han quedado embarazas al menos una vez antes de los 20 años. En 2002, las infecciones por Chlamydia fueron seis veces más prevalentes entre adolescentes sexualmente activas que entre mujeres sexualmente activas.
Los riesgos no acaban con los embarazos y las ETS. "Los datos sugieren que los adolescentes sexualmente activos tienen más riesgo de depresión y suicidio. Las experiencias sexuales tempranas se han asociado también con otros hábitos potencialmente dañinos como el alcohol, la marihuana y otras drogas".
En un comentario a este estudio, Joe McIlhaney, del Instituto Médico para la Salud Sexual de Austin, en Texas, escribe que "muchos padres y algunos médicos subestiman el impacto negativo y a largo plazo de una temprana actividad sexual". El informe añade que, con la perspectiva del tiempo transcurrido, muchas chicas sexualmente activas hubieran deseado haber esperado más tiempo.
La televisión es el medio mejor estudiado; a él dedican más de tres horas al día (en España la media está actualmente en 222 minutos al día, tres horas y 42 minutos, aunque es cierto que la franja 14-19 años es de las que baja un poco la media). Dos tercios de los jóvenes de 8 a 18 años tienen televisión en sus dormitorios, y dos tercios viven en hogares con televisión por cable que les da acceso no supervisado a escenas y diálogos sexuales.
El contenido sexual de la televisión es creciente. Un estudio de la Fundación Kaiser ha encontrado que "los programas más vistos por adolescentes en 2001-2002 tienen cantidades inusualmente altas de contenidos sexuales comparados con la media televisiva: el 83 por ciento de los programas preferidos de los jóvenes tenían contenido sexual y el 20 por ciento incluían escenas explícitas o implícitas".

Un mundo feliz
El estudio también ha observado que "los personajes implicados en situaciones sexuales de estos programas televisivos raramente experimentan consecuencias negativas.
Los programas que advierten sobre el riesgo y la responsabilidad sexual representan sólo el 1 por ciento de todos los que incluyen contenidos sexuales". Además, sólo el 3 por ciento de las escenas de sexo observadas aludían a la protección contra ETS o incidían en los embarazos no deseados.
Lo poco que se sabe de los efectos de la televisión sobre las actitudes sexuales de los jóvenes procede de una encuesta telefónica efectuada en 2001 y 2002 entre 1.792 jóvenes de 12 a 17 años. La encuesta mostró que ver programas con carga sexual envejece artificialmente a los niños: los que ven más que la media se comportan sexualmente como si tuvieran de 9 a 17 meses más. Y los niños de 12 años que abusan de tales contenidos actúan como si tuvieran 14 ó 15 años. Asimismo, los adolescentes acostumbrados a esta programación tienden a sobreestimar la frecuencia de ciertos hábitos sexuales y manifiestan actitudes más permisivas hacia el sexo prematrimonial.
En cuanto al cine, dos estudios que analizaron el contenido de los vídeos alquilados más vistos por gente joven revelaron una gran carga sexual. Los efectos de estos programas han sido muy poco estudiados.
En un análisis de 2001 con chicas de raza negra sexualmente activas de 14 a 18 años, las que se habían expuesto a películas clasificadas X eran más proclives a tener múltiples compañeros sexuales, a practicar sexo con más frecuencia, a dar positivo en los test de Chlamydia y a recurrir menos a la contracepción.
Los vídeos musicales que gustan a los jóvenes abundan en referencias sexuales, en gran parte explícitas, sigue el informe de Pediatrics. Pero los efectos de esta exposición no han sido estudiados, como tampoco el influjo de las revistas, anuncios o juegos de ordenador de tono subido. En cuanto a Internet, una encuesta entre chicos de 10 a 17 años reveló que "uno de cada cinco había encontrado inadvertidamente contenido sexual explícito, y uno de cada cinco había estado expuesto a una solicitación sexual no querida mientras chateaba".
El informe invita a mejores estudios para conocer cómo afectan tales contenidos a las creencias y hábitos de los adolescentes, y a medir el efecto de su acumulación en el tiempo y el desarrollo futuro de la sexualidad juvenil.

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