Por Alejandro Llano LA GACETA de los Negocios, 25 y 26 de noviembre de 2006 HOY nos suenan lejanas, quizá no sólo en el tiempo, unas palabras que Ortegay Gasset escribió en 1934: “La verdad es una necesidad constitutiva del hombre. Éste puede definirse como el ser que necesita absolutamente la verdad y, al revés, la verdad es lo único que esencialmente necesita el hombre, su única necesidad incondicional” . Semejante contundencia nos plantea actualmente un problema político. Porque ¿acaso es compatible con la democracia la aceptación de una verdad incondicionada? Parece que no, ya que ahora respiramos una atmósfera social enrarecida que nos impone el subjetivismo y el sometimiento a las opiniones dominantes, al tiempo que hablar de la verdad se considera políticamente incorrecto. Nos han acostumbrado a aceptar la visión oficial del relativismo como algo ingenuo y hasta divertido, que contrasta con los ceños fruncidos de la intolerancia y el fanatismo. La levedad del permisivismo moral ...
Elementos para el debate de ideas y la acción por el Hombre