En los 70-80 del siglo pasado, era un apasionado de la política internacional y seguía con atención la Guerra Fría a través de la excelente sección de Internacional de La Vanguardia. Había, en particular, un corresponsal en El Salvador, cuyo nombre no recuerdo, que hacía unas crónicas memorables. Eso sí, había que leerlas como al Pravda: los buenos eran malos, los malos eran buenos. En Europa el Telón de Acero parecía eterno y estaba poblada por "revolucionarios de salón", según expresión que debí tomar de alguna de mis lecturas de entonces -de Jesuitas, Iglesia y Marxismo, por ejemplo-, que jugaban a las revoluciones desde casa: los muertos los ponían Centro y Sudamérica.
El recuerdo me vino la noche del sábado 9, viendo aparecer en mi tablón de Twitter mensajes con la etiqueta #Antifa8F, que cubrían una manifestación "antifascista frente a la represión". El domingo por la mañana encontré una breve referencia en ABC, entre otras seis manifestaciones que hubo ese día en Madrid; pero no encontré nada en El País ni en El Mundo (igual era noticia de pago...). El caso es que en Twitter parecía la Segunda Guerra Mundial: cargas policiales, detenciones, cabezas rapadas, represión, fascismo, antifascismo y toda la parafernalia al estilo Gamonal. Por la foto, algo hubo.
¿Revolucionarios de pantalla? ¿Periodismo ciudadano? ¿Periodismo? ¿Hay una revolución en marcha o es un juego de rol en el que las cartas se sustituyen por tuits? ¿Son los medios mayoritarios Matrix y Twitter el último Zion?
Me resisto a pensar que no pasada nada, que las manifestaciones de insatisfacción o indignación son episódicas y residuales; me gusta lo suficiente la Historia como para saber que nunca llega a su fin en ninguna parte, sin necesidad de remontarme al Imperio Romano... Acordémonos del Titanic. O, más cerca en el tiempo y el espacio, de 1931.
Me resisto a pensar que las corrientes subterráneas que fluyen en Internet desaguan en el mar de la "la nube". He visto rebosar el agua incontenible levantando las tapas de alcantarilla y anegarlo todo. Pronto, movimientos como los de HazteOír o Podemos marcarán la pauta. Mientras, el periodismo instalado y comercial seguirá tocando Más cerca, oh Dios, de Ti; y nosotros con ella.
El recuerdo me vino la noche del sábado 9, viendo aparecer en mi tablón de Twitter mensajes con la etiqueta #Antifa8F, que cubrían una manifestación "antifascista frente a la represión". El domingo por la mañana encontré una breve referencia en ABC, entre otras seis manifestaciones que hubo ese día en Madrid; pero no encontré nada en El País ni en El Mundo (igual era noticia de pago...). El caso es que en Twitter parecía la Segunda Guerra Mundial: cargas policiales, detenciones, cabezas rapadas, represión, fascismo, antifascismo y toda la parafernalia al estilo Gamonal. Por la foto, algo hubo.
¿Revolucionarios de pantalla? ¿Periodismo ciudadano? ¿Periodismo? ¿Hay una revolución en marcha o es un juego de rol en el que las cartas se sustituyen por tuits? ¿Son los medios mayoritarios Matrix y Twitter el último Zion?
Me resisto a pensar que no pasada nada, que las manifestaciones de insatisfacción o indignación son episódicas y residuales; me gusta lo suficiente la Historia como para saber que nunca llega a su fin en ninguna parte, sin necesidad de remontarme al Imperio Romano... Acordémonos del Titanic. O, más cerca en el tiempo y el espacio, de 1931.
Me resisto a pensar que las corrientes subterráneas que fluyen en Internet desaguan en el mar de la "la nube". He visto rebosar el agua incontenible levantando las tapas de alcantarilla y anegarlo todo. Pronto, movimientos como los de HazteOír o Podemos marcarán la pauta. Mientras, el periodismo instalado y comercial seguirá tocando Más cerca, oh Dios, de Ti; y nosotros con ella.
Comentarios