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Familyheart - la guerra de las familias



Long Zetapé, montado sobre Talante, con su lugarteniente Kzerolo, contemplaba a las huestes familiares dirigidas por Uiliam Ualas.

El 18 de junio de 2005, más de un millón de personas se echaron a las calles de Madrid para pedir al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero una política justa y respetuosa con la familia, la infancia y la persona.

Casi un año después se celebra en Valencia el V Encuentro Mundial de las Familias. Un acto de participación mundial que tiene prevista la presencia de Benedicto XVI.

Para el gobierno español el 18-j de 2005 no pasó nada.

Para la mayoría de medios de comunicación, actualmente en Valencia, no hay nadie.

Familyheart
Por Enric Cantín
Cap I. El valor de un chupete.

“La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez .”
- Winston Churchill-

“ El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina, ni un comercio, ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia.” -G.K. Chesterton-

Padres y madres con sus hijos iban llegando lentamente a las verdes praderas de Sun's Door. Gentes llegadas de todos los lugares que querían defender a sus familias de leyes absurdas que las relegaban al rincón de lo relativo e imaginario. Taciturnos y cansados unos, distraídos y canturreando los otros, iban llegando todos lentamente desplazándose desde Seebeles Square, el punto de encuentro inicial.

Subidos en unos carros metálicos de la compra, pues no hay cabalgadura más familiar, y empujados por varios compañeros, otros padres de familia y yo nos incorporábamos a primera línea cuando nos encontramos con los inevitables dirigentes políticos. Mi compañero de la derecha, padre de siete hijos y con fama de impulsivo y poco prudente en cuestiones protocolarias, espetó en voz alta y con aire irónico mientras miraba teatralmente al cielo:

-¡Caramba! El Todopoderoso me dice que será una gran batalla. ¡Ha congregado a los más distinguidos!

-¿Y vuestro saludo? -contestó el político.

-¿Por haberos presentado? - respondí. -Os damos las gracias.

-¡Esta es nuestra guerra! -contestó a su vez otro político. -¡Si queréis uniros, rendid pleitesía!

-Nosotros sólo rendimos pleitesía al Altísimo, -contesté -Y como padres de familia que somos, a ellas nos debemos, y en ellas nos realizamos como personas y como hijos de Dios. Y si es vuestra guerra, ¿por qué se disgrega por ese flanco? - anoté señalando con un paquete de toallitas húmedas como algunos políticos congregados se marchaban deprimidos.

-¡Ellos son muchos! - gritó alguien de los que se iba, agitando una berenjena a modo de arma.

-¡Nos van a machacar con esa música pegajosa! -siguieron otros gritos

-¡Vayámonos a casa!... ¡Eso sí es propiamente familiar!

Se hizo un silencio nervioso y denso...

-…¡Padres y Madres de familia! -grité con fuerza, arrastrando teatralmente el tono de evidente arenga. - ¡Soy Uiliam Ualas!

-¡Uilam mide más de dos metros! - gritó un chaval flaco y mellado de la primera fila.

-Sí… eso dicen, -respondí - ¡y hace horas extraordinarias a miles!. Y si estuviese aquí acabaría con esa maldita música de Village People echando fuego por los ojos… ¡Y también rayos por el culo! ¡Yo soy Uiliam Ualas! ¡Y estoy viendo a todo un ejército de familias como la mía, aquí, desafiando a la tiranía y al falso talante!. ¡Habéis venido a luchar como personas libres! ¡Y familias libres sois! ¡Esa libertad os sirve para escoger el bien y defenderlo! ¡Defendiendo el bien defendéis la Verdad! ¿Qué haríais sin libertad…? ¿…Lucharéis?

-…¡Noo! -¡…Noo! -gritaron algunos.

-¿Contra eso? -respondió un hombre gordito cerca de mi carro, mientras señalaba con un peligroso pañal usado a los carruajes multicolor del otro extremo de la plaza.-¡No! ¡Huiremos… y viviremos tranquilos!

-Luchad hoy y puede que perdáis -contesté -Huid y viviréis tranquilos…un tiempo al menos. Y al morir en vuestro lecho, dentro de muchos años y rodeados de vuestros hijos y nietos, y con el convencimiento de un futuro desdibujado y triste... ¿no estaríais dispuestos a cambiar todos los días desde entonces por una oportunidad; ¡sólo una oportunidad! ¿de volver aquí a plantar cara contra quien utilizó a vuestra familia como mercancía política? ¡Puede que ellos tengan leyes que lanzar por las ventanas de nuestras casas, puede que nos aplasten con astutas series de sobremesa,con anuncios sibilinos y películas envenenadas cargadas de Goyas. Pero jamás..., ¡jamás! nos quitarán… ¡¡la Libertaaaad…!!

El aire se llenó de un entusiasmo ensordecedor, vibrante y terrible. Todos los allí reunidos comprendieron que tenían que defender a lo único que en la tierra les afianzaba el duro paso cotidiano.

Un paso de rutina y sudor, de pañales y sábados en el supermercado. De hipotecas, números y créditos. Paracetamol y noches en blanco. Pero también de la risa de sus hijos y el saberse plenos y esperanzados, renovados cada día con complicidad infinita de sus esposas y maridos.

La familia era el bastón que afianzaba el pasar por los caminos que la vida les trazase. Y allí, en aquel momento, todos clamaron como una sola voz en ensordecedor griterío por defender a ese divino cayado de los hachazos relativistas de un poder político vendido al postor contemporáneo.

Nuestra libertad había de escoger el valor para defender un bien superior que nos atañe a todos: la familia.

En el horizonte se alineaban lentamente carruajes engalanados con potentísimos altavoces de más de dos metros, banderolas y toda serie de ornamentos multicolores. Abarrotados de bailarines de cuerpos musculados y aceitosos unos, disfrazados y de gestos afectados los otros, bailaban señalándonos y riéndose mientras se contorneaban al ritmo atronador de Push The Button de The Chemical Brothers.

Detrás de ellos ya se podía percibir el grueso de sus mejores tropas. Afilados periodistas, bizarros intelectuales, actores y artistas de todas las artes enarbolando cientos de estandartes de brillantísimas sonrisas bien intencionadas, condescendientes y modernas. Serenas y complacidas.

En un flanco, muy por detrás, muy a lo lejos…un pequeño grupo en círculo formaba la plana mayor enemiga en donde se recortaba la temida figura de Long Zetape y su inquieta montura Talante.

El lugarteniente Kzerolo flanqueaba a Long Zetapé comandando su guardia pretoriana. Levantó el brazo izquierdo y dejando flácida la muñeca dejó caer la mano a modo de elegante señal. Un abanderado corrió y se adelantó agitando su estandarte y, al fin, sus primeras tropas de arqueros tomaron posiciones avanzadas en primera fila.

Esos arqueros configuraban la temida vanguardia en el arte de la desinformación a larga distancia. Tropas compuestas por ingeniosos guionistas, preparadísimos presentadores de radio y televisión, rapidísimos articulistas, originalísimos publicistas, omniscentes tertulianos.

Sus potentísimos arcos atravesaban extensos campos y fronteras y con sobrenatural puntería eran incluso capaces de introducir por cualquier rendija de las casas, mortales saetas de publicidad, concursos, series de televisión, autorizados comentarios y cualquier excusa con pretensión científica o apariencia ingenua para, poco a poco, desgastar cualquier concepto de la nausebunda y tradicional familia, clavándose en lo más hondo del comedor. Así se instalaban como las ideas más naturales y progresistas en nuestra cotidianidad. Eran la élite de los media.

Ahora los teníamos frente a frente, a no más de trescientos metros. Distancia ridícula para sus armas mediáticas. Y ya formaban una perfecta y larguísima línea inmaculadamente uniformada y preparada para la primera descarga que caería sobre nosotros en una marcada y terrible parábola. Se hizo un silencio eléctrico y pavoroso.

Todos sabíamos de la mortalidad de ese tipo de arma. Todos teníamos a alguien cercano que había asimilado poco a poco el letal e invisible mensaje antifamiliar de los medios, hasta perderlo para siempre canturreando canciones de Joaquín Sabina. Incluso muchos de nosotros, en un pasado no muy lejano, habíamos estado instalados en esos mismos conceptos con terribles consecuencias y dolorosísimas curas para desengañarnos de su mentira.

Desmontamos de los carros y di instrucciones. Nos mirábamos. Y al fin estallamos en un potentísimo y provocador griterío.

-¡Desmonta de Talante y ponte tú delante! -gritó alguien.

Un niño se soltó de la mano de su madre , y adelantándose rápido en la fila, levantó su chupete mostrándolo desafiante.

La gente estalló en risotadas y, contagiados por el espontáneo gesto, todos alzaron y agitaron sus armas cotidianas mientras gritaban retadores: bolsas de la compra, carteras de trabajo, un puerro, un lápiz sin punta, una fiambrera aceitosa, un casco de obra de seguridad sucio, un delantal, una llave inglesa, un mouse, un rollo de papel de cocina…las armas cotidianas del trabajo cotidiano. Los símbolos del esfuerzo que sustentan a una familia se agitaban desafiantes mostrándose a los sofisticados instrumentos que la posmodernidad lanzaba contra ellos.

La naturalidad de un chupete plantaba cara a la planificadísima estrategia de un anuncio de Yves Saint Laurent. Más de un padre había bajado a las tres de la madrugada a por uno de ellos, vestido sólo con un abrigo y buscando una farmacia de guardia…ese era el poder de un simple chupete.

Como decía Santa Teresa de Lisieux ,”el amor se alimenta de sacrificios” . Y el poder de ese amor podía desmontar al más afilado de los marquetings. Pero …¿cómo? Haría falta mucho más que un gesto.

Los arqueros tensaron los poderosos arcos mirando al cielo, buscando la parábola que finalizaba sobre nuestras familias... Y los gritos se secaron, tornándose en muecas roncas y gritos nerviosos.


FamilyHeart II - El Tiempo Secuestrado Posted by Picasa

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