Este 18 de septiembre pasado participé en este acto de reivindicación de las víctimas del terrorismo. Lo hice por solidaridad con las víctimas en sentido estricto, algunas buenas amigas mías, como la misma presidenta de la AVT, Maite Araluce, presente en el acto. Lo hice porque considero que todos los ciudadanos somos víctimas del terrorismo, que afecta gravemente a toda la sociedad. Lo hice porque es importante que lo que ahora llaman «el relato o la memoria histórica» deje claro quienes fueron los asesinos y quienes las víctimas, y que la violencia no tiene nunca razones ni excusas.
No estuvimos muchos; alrededor la gente seguía con sus vidas, instalada en su banalidad. No importa, ya sabemos que las civilizaciones las levantan y las defienden unos pocos; aunque para sostener esta nuestra sí parece que hacen falta más personas.
Encontré allí a varios buenos amigos y conocí a otros, y recordamos a los asesinados como el fiscal superior de Andalucía Luis Portero, al que tuve la fortuna de conocer. Regresé a casa con una sensación amarga, pensando que esta sociedad secularizada lo devora todo, incluidos sus hijos, y que hay que hacer más y mejor.
De momento, aquí está mi asistencia y mi entrada en este blog.
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