Jesús Poveda, médico antiabortista: «He estado más de veinte veces en el calabozo por ser congruente con mis ideas»
Buen comienzo del nuevo diario El Debate. Su número de hoy recoge una entrevista de José María Sánchez Galera al médico Jesús Poveda, uno de los principales promotores del movimiento por la vida en España.
Conocí a Jesús hace ya muchos años; coincidimos cerca de Segovia, había acudido a una reunión en una moto potente ya veterana. «¿Ves esta moto? Está embargada por el juzgado -me dijo-. Mientras se resuelve el juicio y la multa, la sigo usando. No tengo nada más embargable».
El doctor Poveda, explica el fenómeno de los «rescates» frente a las clínicas abortistas, que el gobierno socialista quiere impedir.
Desde 1995 es profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad
Autónoma de Madrid, y desde 2001 imparte clases en el Máster Oficial de Bioética de
la Universidad Rey Juan Carlos. A esta dilatada faceta académica se le añade el
trabajo en su consulta y una nítida involucración en el ámbito que lo ha convertido,
desde hace cuarenta años, en un referente cuando se habla de aborto y asociaciones
provida en España.
Maneja con aplomo un lenguaje propio, ingenioso, labrado de llevar tantos años en
contacto con miles de jóvenes que comparten sus convicciones. Por eso, no se refiere a
los centros donde se practican abortos como «clínicas», sino como «establecimientos».
Ha tratado directamente a un ingente número de mujeres que iban a abortar; a muchas
ha logrado convencerlas de que desistan. Es lo que se denomina «operación rescate»,
algo que el Consejo de ministros presidido por Pedro Sánchez pretende penalizar con
dureza.
Es Jesús Poveda, némesis de Dator, uno de los «establecimientos» abortistas que
primero se abrieron en Madrid.
–¿Cuándo organizó su primera «sentada» frente a un centro abortista?
–Fue justamente en el año 88; me llamó una vecina de la calle Hermano Gárate
quejándose de que en los bancos próximos a su portal había a veces sangre. Y era de
mujeres que salían de la Dator. En la Dator, como todo el mundo sabe, no hay
hospitalización; se practican los abortos y se manda a la mujer que ha abortado a la
calle. Y, en algunos casos, esas mujeres tienen que parar, sentarse… y de ahí los restos
de sangre. Así que fuimos para allá, y con los vecinos montamos una primera sentada en
la puerta de la Dator.
–Si no me equivoco, usted inició su andadura provida antes de que se aprobara la
primera ley del aborto en 1985.
–En el año 83 yo estaba acabando la carrera de Medicina. En ese momento se estaba
debatiendo la cuestión del aborto en el Congreso, pues acaba de ganar las elecciones
hacía unos meses el Partido Socialista. De modo que organizamos una huelga a la
japonesa en la Facultad de Medicina, que consistía en quedarnos ahí dentro toda la
noche, como señal de protesta ante esa ley, que acabó llegando, tristemente, en el año
85. Así que, desde el año 83, he estado organizando manifestaciones, y desde el año 80
ya pertenecía a una asociación que hay en Madrid y que se llama Adevida. Esta
asociación llevaba realizando acogida a madres embarazadas desde finales de los años
70, porque los movimientos provida son anteriores a la legislación del aborto.
–Durante mucho tiempo usted promovió un activismo muy contundente y muy
festivo también. De hecho, a Provida se lo llamaba «Pro–boda» a finales de los 80 y
comienzo de los 90.
–Sin ir más lejos, uno de mis hermanos se casó con una chica que conoció en una fiesta
de Provida. Es lógico, la gente se casa con quien conoce; si uno conoce a su mujer en
una manifestación, saldrán unos hijos revoltosos; si la conoce en una fiesta, serán muy
festivos; y, si la conoce en un funeral, a lo mejor se nos deprimen un poquito antes. Sí,
las manifestaciones provida se han caracterizado siempre por un toque de creatividad;
manifestaciones con camellos y un cartel que dice: «Herodes mató menos niños, ¡Feliz
Navidad!»… O globos gigantes que atraviesan Madrid con una inmensa pancarta en que
se lee: «Sí a la vida». Evidentemente, si quieres celebrar y promover la vida, no lo
puedes hacer en tonos tristes o grises.
–En aquella época ya organizaban sonadas acciones, sobre todo frente a Dator, y
con cargas policiales.
–La policía estaba muy desconcertada, porque no estaba acostumbrada a golpear a
universitarios que no hacían nada. Recuerdo que la primera vez que fuimos
contundentemente golpeados nos dejó sorprendidos la policía, pero más sorprendidos se
quedaron los policías cuando recibieron la orden de que nos desalojaran. Y la verdad es
que nos desalojaron —y a porrazos. Como la cosa fue tan confusa y quedó grabada, más
tarde, en lo que luego se llamaría la UIP (Unidad de Intervención Policial) —entonces
no se llamaba así—, lo estudiaron y se dieron cuenta de que no tenía sentido aquello que
había pasado. Así que mantuvimos una conversación yo —como presidente de Jóvenes
Provida— y el entonces jefe de la Unidad en Moratalaz, el gran policía Bertomeu. Un
policía tan prestigioso, que lo contrató la Renfe después de los atentados. A Bertomeu le
pareció desproporcionado que desde la Delegación del Gobierno —entonces Delegación
del Gobierno socialista— ordenaran la evacuación a golpes de los Jóvenes Provida.
Diferencia entre «sentada» y «operación rescate».
–«Sentada» es, como su propio nombre indica, que vas y te sientas. Eso ahora sólo lo
hago una vez al año, que es el 28 de diciembre. «Rescate» es lo que hacemos
habitualmente. A mí me gusta mucho la asistencia; de hecho, digo que hacemos
asistencia, que hay que hacer al año 364 días de asistencia, pero un día resistencia. Y
esa resistencia es cuando te sientas a las puertas de un centro abortista, para poner de
manifiesto que lo que está pasando ahí es un auténtico genocidio. En concreto, en Dator
se practican 10.000 abortos al año; si multiplicamos por más de veinte años
funcionando a este ritmo, sale una cifra espectacular: 200.0000 abortos que se han
llevado a cabo en esa esquina. Yo sueño con convertir esa «guarrería» en una guardería.
Yo sueño con convertir la 'guarrería' que es Dator en una guardería
–¿Cuántas mujeres han decidido seguir adelante con su embarazo, tras una
«operación rescate»?
–Las «operaciones rescate» se hacen habitualmente. Puse en marcha lo que se llama
«escuela de rescate a la madrileña» en el año 2009, y desde entonces han salido distintos
grupos de «rescatadores». Sin ir más lejos, los Rescatadores de Juan Pablo II, un grupo
que empezó a funcionar poco tiempo después. Y otros muchos, muy variados. Incluso
en la actualidad hay personas que se dedican específicamente sólo a la oración, como
quienes están en «40 Días por la vida», de origen americano. Sin embargo, «40 Días por
la vida» en España tiene el matiz de acompañar con la oración a los «rescatadores». ¿A
cuántas mujeres hemos podido ayudar, para que siguieran adelante con su embarazo,
tras un «rescate»? Antes decía que cientos, pero ahora digo que miles. Y miles son
miles, porque llevamos muchos años y muchos días de «rescate» hablando con muchas
mujeres. Muchas mujeres lo único que necesitan es escuchar la frase del «rescatador»:
«¿Qué necesitas para no abortar?». Esa es la frase principal de la «escuela de rescate».
Si somos capaces de dar respuesta a esa necesidad, estamos haciendo un «rescate».
–¿Y qué es lo que necesitan?
– El primero de los «rescates» fue una menor de edad que dijo: «Yo lo que necesito para
no abortar es una casa, porque mi padre me ha dicho que, siendo menor de edad y
estando embarazada, me echa de casa, si no aborto». Le pudimos ofrecer una casa; esa
chica se fue a una casa, y yo me encargué personalmente de hablar con su padre para
decirle que su hija estaba en una casa de acogida. La clave está en contestar a la
respuesta de «¿Qué necesitas para no abortar?», aunque a veces las respuestas sean muy
difíciles. Recuerdo otro caso, el de una chica que iba a abortar por una malformación
grave, según le habían dicho en la Dator. Nosotros lo que hicimos fue ofrecerles una
ecografía; y, al realizar esa ecografía, constatamos que lo que tenía era un embarazo
gemelar. Sólo un embarazo gemelar, no una malformación. Así que esa mujer pudo
seguir adelante con su embarazo, a pesar del engaño, pues le dijeron que había
malformación.
–A su juicio, ¿por qué cree que abortan algunas mujeres?
–El principal motivo por el que abortan las mujeres es porque, tristemente, y esto ya lo
decía Julián Marías, en España ha habido una aceptación social del aborto. Cuando se
aprueba una legislación sobre algo, lo que se hace es legitimar ese algo. Si se legitima el
consumo de alcohol, parece que está bien consumir alcohol. Lo mismo sucede al
legitimarse la práctica del aborto, que ha pasado de penalizarse a despenalizarse, y
luego a legitimarse. Parece que lo legal es bueno, y lo que es bueno hay que hacerlo. En
España, tristemente, hay 100.000 abortos al año, porque la gente piensa que abortar es, a
fin de cuentas, algo que está bien.
No ayudar a las 100.000 mujeres que abortan cada año en España es un fracaso del
Estado
Por otro lado, lo cierto es que el Estado ha hecho dejación de funciones. Hay quienes
piensan que ayudar a las mujeres embarazadas y con problemas no es tarea del Estado, o
así lo han entendido distintos gobiernos del Partido Popular o del Partido Socialista. No
han creído que sea misión del Estado ayudar a las mujeres embarazadas. En realidad, el
Estado tiene ese papel subsidiario de ayudar a las personas que lo necesitan; igual que
se encarga de los puertos, los aeropuertos y las autopistas —porque eso lo tiene que
hacer el Estado, no pueden hacerlo los particulares—, el Estado tendría que ayudar a
esas 100.000 mujeres para que no abortaran. No ayudar a esas 100.000 mujeres es un
fracaso del Estado. Mientras tanto, las organizaciones —que algunos llaman No
Gubernamentales, pero que en el caso de Provida es una OAG, Organización
Anti Gubernamental— tenemos que ayudar y suplir esa falta de ayuda. Y estamos
encantados de hacerlo.
–¿Qué acompañamiento reciben las mujeres que acaban abortando? No debe de
ser plato de buen gusto si el mundo provida no para de recordarles que «han
cometido un asesinato».
–Desde el mundo provida no se utiliza ese tipo de afirmaciones, ni mucho menos.
Sabemos que en el aborto una víctima más es la mujer, y lo que hay que hacer es
ayudarla. Recientemente atendí a una mujer con un intento de suicidio —gracias a Dios
se quedó en intento—; es una tentativa de suicidio muy frecuente que se llama «el
intento autolítico del aniversario». Esta mujer había quedado embarazada a la vez que
su hermana; su hermana no abortó, y ella sí abortó. Cada vez que es el cumpleaños de
su sobrino, es el no–cumpleaños de su no–hijo. De modo que ella tuvo un intento
autolítico, y, cuando me contó que lo que le pasaba era exactamente eso, le propuse
como medida terapéutica una conversación con una chica que iba a abortar poco
después. Y gracias a que ella le pudo contar su historia, esta otra chica no abortó. De
alguna manera, el haber abortado es parte del pasado; ya no se puede cambiar, y lo que
hay que hacer es sacar lo bueno que hay de haber abortado, y que en este caso consiste
en que una chica que abortó ayudó a otra a que no abortara.
–El gobierno de PSOE y Unidas Podemos pretender prohibir que se puedan seguir
haciendo «sentadas» y «operaciones rescate».
–El gobierno de PSOE y Podemos es totalmente abortista. Lógicamente, muy cercano a
los establecimientos abortistas. El poder que tiene un establecimiento como Dator es
bien llamativo. Ha habido veces en que hemos presentado en los juzgados
notificaciones y justificaciones de residuos embrionarios, de historias clínicas, de
recibos tirados a la basura de la papelera de la calle, que se llevaba el camión de la
basura. Y a pesar de haber denunciado eso, los establecimientos abortistas no han sido
juzgados.
La gente que trabaja en los establecimientos abortistas sabe que, mientras gobierna el
PSOE, están perfectamente blindados.
También los hemos denunciado, cuando ha fallecido alguna mujer dentro de los
establecimientos abortistas; y, cuando se han celebrado esos juicios, ya se habían
perdido los archivos que se habían obtenido en las pesquisas policiales. La gente que
trabaja en estos establecimientos abortistas sabe que, mientras gobierna el PSOE, están
perfectamente blindados, que no les va a pasar nada. Y nos consta que la única manera
de actuar es presencial, estando en la puerta; y, una vez al año, sentándose. Por eso las
sentadas, por eso las protestas. ¿Qué ellos quieren ahora legislar como en otros países y
alejar a los «rescatadores» 300 metros, para impedir su tarea? Bueno, es una propuesta
del Gobierno, y vamos a ver lo que pasa, pero entre los «rescatadores» hay muchos que
están dispuestos a ir a la cárcel si es necesario, para que se respete el derecho a la
información —que es una de las cosas que promovía la famosa «Ley Aído».
–Habrá quien diga que las «sentadas» y «operaciones rescate» son coacciones
parecidas a las que ejercen los llamados «piquetes sindicales» durante las huelgas.
De modo que ustedes serían «piquetes provida», si me permite la expresión.
–Además de que hay una legislación que permite a los piquetes sindicales ejercer de
piquetes sindicales [se ríe], nosotros no somos piquetes sindicales; nosotros somos
personas que ofrecemos información. Y, cuando nos sentamos, siempre queda paso
libre para entrar en esos establecimientos; nunca hemos bloqueado una entrada, nunca
hemos taponado una entrada. Han sido sentadas simbólicas. Se trata más bien de lo que
simboliza estar ahí sentado. En una entrevista que me hizo un compañero suyo, le decía
que me sentaba como pienso que me hubiera sentado a las puertas de un crematorio de
judíos o delante de un sitio donde se ejecutara a personas injustamente. Por lo tanto, la
gente puede pensar que somos piquetes —somos informadores—; la gente puede pensar
que somos agresivos —no lo somos, porque la filosofía es muy «Gandhi»; es muy de
sentarse y protesta pasiva.
–Usted ha padecido las consecuencias de estas sentadas. ¿Cuántas veces ha estado
en un calabozo?
–He estado más de veinte veces en el calabozo. Y suelo decir que para mí estar en el
calabozo es el pago que tengo que hacer por ser congruente con mis ideas y mis
conocimientos. Yo soy médico, sé que la vida empieza en el mismo momento de la
concepción. Y libremente me siento, y libremente estoy en un calabozo cuando hay que
estar en un calabozo.
-----------------------------------------------
Foto: Paula Argüelles
Comentarios