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Asiria no nos salvará

foto atarifa CC
Leí cuando salió -15 de marzo- el documento del arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, a propósito de las próximas elecciones, titulado nada menos que Trágica confusión en el pueblo cristiano. La carta ha sido polémica desde el principio y ha escocido a bastantes de los seguramente pocos de sus feligreses que la han leído, entre los que me cuento. Leo Rama, corresponsal de ABC, resumía el contenido en un titular tan acertado como exagerado y simplificador: El arzobispo de Granada compara a Vox con el fascismo y aboga por el voto útil.

Está bien que una carta llame la atención y remueva las mentes apoltronadas. Al menos ha hecho reaccionar a los que la hemos leído. Yo lo hice, repito, y me incomodó. Decidí dejar pasar tiempo para rumiar mis primeras impresiones, y la he vuelto a leer, ahora para hacer algún comentario.

En este intervalo me topé con el siguiente texto en la Misa del pasado viernes de la tercera semana de Cuaresma: Assyria non salvabit nos; super equum non ascendemus nec vocabimus ultra: Deos nostros! opera manuum nostrarum (Oseas 14, 2-10). ¡Cáspita! Menudo compendio del mensaje arzobispal; hasta encaja con lo de Santiago Abascal a caballo...

El sentido de la profecía es claro: Israel había creído poder vivir solo con sus fuerzas y le había sobrevenido el desastre. La conversión y la vida pasa por no poner la confianza en el Estado -Asiria no nos salvará-, en la fuerza del poder -no montaremos a caballo- ni en el progreso -no volveremos a llamar Dios a las obras de nuestras manos-.

Este es el meollo de la carta de D. Javier Martínez, en mi opinión, y está muy bien. Pero ¿es oportuna? ¿Está bien expresado? Veamos.

Parte de la base de la libertad de los partidos y de los votantes. Reconoce los motivos para el hartazgo ante el devenir de la política partidista, que justificaría ciertas reacciones. De acuerdo; pero parece como si los partidos tuvieran vida propia independientemente de las personas que los forman. También parece partir de la base; pero no lo dice, de que las opciones de izquierda no son aceptables para un cristiano. Debería haberlo escrito, ¿o es que no es así?, porque puede dar la sensación de que solo "cierta derecha" es rechazable, y que todo lo demás es aceptable.

"Pues bien, en los últimos meses, he venido oyendo, con sorpresa y tengo que decir, con una preocupación creciente, y en ambientes que se consideran verdaderamente católicos, que en las próximas elecciones van a votar a una opción política que ellos ven como la más cercana a “la visión cristiana del mundo”. Por desgracia, en las circunstancias actuales de la Iglesia y de la sociedad, lo que eso revela sobre todo es que una parte muy considerable de quienes nos decimos católicos ya no sabemos lo que es el cristianismo, y eso nos permite confundirlo con cualquier ideología o “espiritualidad”, venga del lado que venga". (...)

"Pasará con cualquier oferta que tenga un buen marketing en el mercado de lo espiritual y de los valores, a menos que suceda una verdadera conversión: el despertar de una fe que tiene en sí misma todo el potencial que se necesita para rejuvenecer el mundo, sin el apoyo sobrevenido de ningún régimen o de ningún grupo político, pero que lleva en nosotros demasiado tiempo dormida, engañada y confundida".

De ese sueño de la fe católica nace la parálisis del pensamiento cristiano en nuestra tierra, pero no sólo en el ámbito de dentro de la fe, sino en la política y en la economía, en el matrimonio y en la familia, en la estética y en la organización del trabajo, en el cuidado de la tierra y en todas las cosas que tienen que ver con lo humano (que son todas)". (...)

"Pero, entonces, me dicen amigos míos, un católico no tiene a quién votar. Conste que entiendo perfectamente la indignación de un pueblo que se ha visto traicionado en casi todo por aquellos a los que habían elegido como sus representantes, y entiendo el deseo de castigarles con el voto, ya que votar una vez cada cuatro años es (casi) lo único que se puede hacer para contribuir de algún modo configurar a la sociedad que deseamos". (...)

"Es verdad que aquellos cristianos antiguos no tenían que votar a los emperadores. Y hasta da la impresión de que no les preocupaba demasiado quién fuera el emperador. Pero ser cristiano en aquel mundo significaba casi siempre “jugársela”, de una manera o de otra. Y sin embargo, ellos no delegaban su respuesta al amor de Dios en las estructuras del imperio, para que el imperio respondiera a Dios en nombre suyo. La verdad es que jamás la Iglesia creció tanto como en aquellos primeros siglos. Tanto y tan libremente".

Entresaco estos párrafos porque me parecen significativos del punto de mi desacuerdo. La separación entre lo que es de Dios y lo que es del César no puede ser completa, porque el sujeto es único, católico y ciudadano indivisiblemente. Parece como si el arzobispo añorara los tiempos de segregación de los cristianos de la vida pública, en que morían pero no se contaminaban. Pero esos tiempos no han existido nunca, nunca los cristianos han renunciado a su ciudadanía, afortunadamente, porque así han proporcionado ese alma de libertad, igualdad y dignidad que aún late en la civilización occidental, que tanto defendió San Juan Pablo II.

Cierto, con su vida familiar y su caridad social, con su cumplimiento del decálogo, con su intimidad con Jesucristo a través de los sacramentos, los cristianos aportan algo único y maravilloso, como el fermento en la masa. Pero no pueden dejar los resortes de la organización política en manos de los no creyentes; y no por táctica, sino por misión, por realización humana, base de la sobrenatural. Porque las estructuras orientadas por la doctrina social de la Iglesia son más adecuadas a la dignidad del Hombre que las "estructuras de pecado". Y los partidos políticos son, en nuestro sistema social actual, instrumentos fundamentales, no gusten más o menos. Votar cada tanto es lo menos que los católicos podemos hacer; lo más que podemos hacer es participar en todos los órdenes del sistema social.

"Ya sé que muchos van a decir que un pastor de la Iglesia no debe “meterse” en “política”, porque la religión no tiene nada que ver con la política. Este razonamiento es diabólico, pero no me voy a detener a demostrarlo". Totalmente de acuerdo; pero quizá mejor (o al menos también) recordar qué cosas debe tener en cuenta un cristiano como importantes a la hora de votar (familia, vida, educación, solidaridad...), como se ha hecho otras veces, y no entrar a valorar qué partido lo hace más y qué menos.

A continuación, la carta hace una muy bella apología del cristianismo.

"Y de ahí nace un especialísimo amor a todo lo humano: en primer lugar a la razón y a la libertad, a una libertad que no es ni la libertad liberal ni la libertad libertaria, anarquista; y también a la belleza de todo lo creado y de todo lo que hay de bueno en la historia humana. Nacen también una cierta concepción cristiana del trabajo, de la economía, de la familia, de la vida social, y de ahí una literatura, un arte, una música, toda una visión de la vida, de la creación y de la historia".

¿Por qué no también una cierta concepción de la política? Recomiendo la lectura de las tres entradas Laicidad y pluralismo de mi blog El Lobo Feroz: La laicidad del Estado en el pensamiento social cristiano,  Laicidad y coherencia en la acción política y El pluralismo político de los católicos.

El párrafo final de la carta es, me he dado cuenta en la segunda lectura, el que de verdad me ha desasosegado. Estoy totalmente de acuerdo con que "cuando falta esa pertenencia fiel a la Iglesia y a Cristo —a Cristo vivo en la Iglesia de hoy, guiada por el Papa Francisco, el Vicario de Cristo y el Sucesor de Pedro—, nunca están todos los elementos de la cultura cristiana, sino sólo unas apariencias ambiguas."; pero ¿por qué ese tono de desdén con los que, con tanto sacrificio y valentía, defienden a la intemperie cada día esa "cultura de la familia y de la vida”, o contra los que, desde los postulados que sean, les escuchan y favorecen en mayor o menor medida? La caridad social, por lo menos incluye, si no empieza, por la vida y la familia.

D. Javier Martínez debe de conocer a su feligresía mejor que yo, y si pone la comparación con L'Action Française será por algo; pero me miro y miro a mi alrededor y no me parece que estemos en una situación parecida. Aunque todo puede pasar, y quizá la advertencia no sea tan inoportuna como me pareció de entrada. De todas formas, ahora mismo, en mi humilde opinión, el auténtico problema son los católicos que votan socialismo más o menos cárdeno.


Comentarios

Luisa Martin-Pozuelo ha dicho que…
VOX es el partido q ha hecho posible q la inoperancia de Ciudadanos con PSOE en la legislatura pasada sea operante en esta
Luisa Martin-Pozuelo ha dicho que…
VOX es el partido q ha hecho posible q la inoperancia de Ciudadanos con PSOE en la legislatura pasada sea operante en esta
Sergio Agustín Coronel ha dicho que…
No alcanzo a ver quién es el

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