Ayer tuve una doble amarga experiencia de lo que podríamos llamar hiperregulitis aguda . Un mal que se extiende y consiste en estrangular los órganos vitales de la sociedad hasta hacerla inhabitable, con el bondadoso deseo de que no nos pase nada malo en cuestiones accesorias e intrascendentes. Podemos pensar que eso de la Unión Europea (UE en adelante), vulgo Bruselas, tiene que ver con la prima de riesgo, el Banco Central Europeo y demás monstruos de siete cabezas de la economía globalizada, y es cierto; pero no sólo: también tiene que ver con cualquier nadería que uno puede imaginar, incluso con la más nimia intrascendencia de, por ejemplo, sus vacaciones, o las mías. Ayer me di de bruces, dos veces, con Bruselas. Por la mañana visité las cavas Codorníu , en Sant Sadurní D’Anoia -capital del cava-, aprovechando que estoy a dos salidas de autopista. La visita merece la pena en cualquier caso; pero si vas con alguien de la familia Raventós –no es difícil, son muchos-, mejor: pued...
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