Mi hermano Carlos me ha dado un doble satisfacción. La primera es que ha querido celebrar su 25 aniversario de boda con una ceremonia en la misma iglesia -la de Santo Domingo-, con el mismo sacerdote y, naturalmente, en el mismo restaurante -el Sanmiguel , zamburiñas y tinto Mencía incluidos-. Una ceremonia de renovación de los compromisos matrimoniales reservada para loa parientes más cercanos y unos pocos amigos. Entrañable es poco para definir la ocasión. La vida cristiana es una vida de celebración, y conviene que se traduzca en fiestas concretas, sin excesos; pero sin complejos. La segunda satisfacción ha consistido en redescubrir Orense y, sobre todo, a los orensanos, que tienen muy merecida fama de acogedores. El tiempo libre que me quedó un sábado por la mañana lo dediqué a callejear por el centro histórico, desde el Puente Romano (a Ponte Vella) hasta la iglesia de la Trinidad . Una maravilla. Pasear por Orense es ir de cruceiro en cruceiro , el de Alameda, el de Plaza...
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