La atención es el bien más preciado hoy. Estoy convencido. Lo leí hace poco no sabría decir donde: todo el mundo requiere nuestra atención, de mil maneras, por fuera y por dentro. Naturalmente, llaman nuestra atención para conseguir nuestro dinero -esto sobre todo-, nuestra mente, nuestras opiniones, nuestro aprecio -"likes"-, nuestro voto.
Aprender a salvaguardar nuestra atención del acoso y a aplicarla a lo que de verdad nos importa -o debería importar- es cosa que no se enseña y que habrá que enseñar. Hace unos días recomendé con más insistencia de lo habitual un artículo de Montese Doval en Aceprensa que me ha gustado muchísimo: "El torbellino es el mensaje". La entradilla dice así: La comunicación efímera, más preocupada por impactar que por dejar huella, ha traído fenómenos como el “infotainment”, el ciclo de noticias de 24 horas, la posverdad o las continuas distracciones. Para salir de esta espiral vertiginosa, es preciso comprender su dinámica: solo así adq…
Aprender a salvaguardar nuestra atención del acoso y a aplicarla a lo que de verdad nos importa -o debería importar- es cosa que no se enseña y que habrá que enseñar. Hace unos días recomendé con más insistencia de lo habitual un artículo de Montese Doval en Aceprensa que me ha gustado muchísimo: "El torbellino es el mensaje". La entradilla dice así: La comunicación efímera, más preocupada por impactar que por dejar huella, ha traído fenómenos como el “infotainment”, el ciclo de noticias de 24 horas, la posverdad o las continuas distracciones. Para salir de esta espiral vertiginosa, es preciso comprender su dinámica: solo así adq…