Otra vez las coincidencias. En un mismo día he oído -por primera vez- en tres ocasiones diferentes, la expresión "mindfulness" o "conciencia plena", que consistiría en prestar atención, separadamente, a pensamientos, emociones, sensaciones corporales y al ambiente circundante, de forma principalmente caracterizada por la "aceptación" -una atención a pensamientos y emociones sin juzgar si son correctos o no-. El cerebro se enfoca en lo que es percibido en cada momento, en lugar de proceder con la normal "rumiación" (preocupación compulsiva y negativa) acerca del pasado o el futuro (Wikipedia).
La mañana del jueves pasado acudí a un taller conducido por Gabriel Ginebra -gracias a su invitación-, sobre gestión, dirección y digitalización en un congreso nacional de agentes y corredores de seguros. Gabriel basa la charla (que al fin y al cabo eso es una "talk") en su exitoso libro Gestión de incompetentes, con el que trata de explicar la necesidad de reconocer los propios límites y los de cada uno de los miembros del equipo de trabajo, para mejorar apoyándose en los puntos fuertes.
Fue curioso que el debate derivase hacia los sistemas, los programas, las tecnologías -"actualización" es la palabra clave-, y no comprendiera la tesis del ponente, que va dirigida a las virtudes y habilidades individuales. En este marco es donde apareció el dichoso mindfulness.
Por la tarde pude asistir a otra charla sobre meditación y oración cristiana, esta vez rodeado de profesores universitarios de distintas disciplinas: siquiatras, sicólogos, químicos, informáticos, teólogos... Con personas así, el coloquio posterior puede alargarse hasta el infinito, y tuve que marcharme antes de que acabara; pero con tiempo para escuchar como se ponía el concepto mindfulness sobre la mesa.
Caí en la cuenta de esta coincidencia durante la cena con un amigo empresario, un rector de universidad, el gerente de una editorial especializada en textos universitarios y un sacerdote que, además de varios doctorados, es sicólogo clínico. Casi a los postres, el empresario expuso un nuevo negocio consistente, resumidamente, en atención médica personalizada para personas de alta capacidad económica. Entre las atenciones que se ofrecen está -sí, lo han adivinado- el dichoso mindfulness.
En realidad, la "conciencia plena" no es nada nuevo; me vino enseguida a la memoria un famoso punto de meditación de san Josemaría Escrivá: ¿Quieres de verdad ser santo? —Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces (Camino n. 815). Este planteamiento tiene, además, la enorme ventaja de orientar hacia lo mejor.
La mañana del jueves pasado acudí a un taller conducido por Gabriel Ginebra -gracias a su invitación-, sobre gestión, dirección y digitalización en un congreso nacional de agentes y corredores de seguros. Gabriel basa la charla (que al fin y al cabo eso es una "talk") en su exitoso libro Gestión de incompetentes, con el que trata de explicar la necesidad de reconocer los propios límites y los de cada uno de los miembros del equipo de trabajo, para mejorar apoyándose en los puntos fuertes.
Fue curioso que el debate derivase hacia los sistemas, los programas, las tecnologías -"actualización" es la palabra clave-, y no comprendiera la tesis del ponente, que va dirigida a las virtudes y habilidades individuales. En este marco es donde apareció el dichoso mindfulness.
Por la tarde pude asistir a otra charla sobre meditación y oración cristiana, esta vez rodeado de profesores universitarios de distintas disciplinas: siquiatras, sicólogos, químicos, informáticos, teólogos... Con personas así, el coloquio posterior puede alargarse hasta el infinito, y tuve que marcharme antes de que acabara; pero con tiempo para escuchar como se ponía el concepto mindfulness sobre la mesa.
Caí en la cuenta de esta coincidencia durante la cena con un amigo empresario, un rector de universidad, el gerente de una editorial especializada en textos universitarios y un sacerdote que, además de varios doctorados, es sicólogo clínico. Casi a los postres, el empresario expuso un nuevo negocio consistente, resumidamente, en atención médica personalizada para personas de alta capacidad económica. Entre las atenciones que se ofrecen está -sí, lo han adivinado- el dichoso mindfulness.
En realidad, la "conciencia plena" no es nada nuevo; me vino enseguida a la memoria un famoso punto de meditación de san Josemaría Escrivá: ¿Quieres de verdad ser santo? —Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces (Camino n. 815). Este planteamiento tiene, además, la enorme ventaja de orientar hacia lo mejor.
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