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Esto no quita que no acepte y defienda el derecho a la defensa propia ante el ataque injusto. Y es aquí donde occidente tiene un problema. He dejado pasar dos días para no escribir en caliente; pero el acto terrorista de París me ha dado para un par de reflexiones distintas de las que son arrasadoramente mayoritarias. No soy políticamente correcto, lo siento.
La primera reflexión es la de que la libertad de expresión, sobre todo la de según quién, se ha desbocado. Que se permita cualquier cosa a ciertos sesgos ideológicos, sin posibilidad de límite alguno, acaba dejando al que no quiera tragar y aguantarse una única salida, la más extrema. Si la libertad para el insulto, la ofensa, la blasfemia, es total, siempre acabarás encontrando a alguien que loco, fanático, indignado o simplemente harto responda con violencia. Por eso propongo tomarnos en serio los límites que el honor, salvaguarda de la dignidad, exigen a la libertad de expresión, de forma que esta sea verdaderamente instrumento de respeto, paz y libertad. Y si alguien no sabe hacer humor de otra manera, que se dedique a otra cosa.
La segunda tiene que ver con el periodismo. Antes de que Charlie Hebdo saque ese millón de ejemplares de su próximo número que dice, convendría que hiciera una detenida reflexión sobre qué quiere ser, no por miedo, sino por respeto al periodismo. En muchas civilizaciones se ha dado carta blanca al bufón, único al que se permitían todas las licencias, incluidas las mofas de su señor, frecuente diana de sus escarnios cortesanos. Pero, a parte de que un mal día podía dar con la cabeza del bufón en una pica, el bufón no era un periodista. ¿Son los medios satíricos periodismo? Si lo son, tendrían que sujetarse a las buenas prácticas del periodismo y dotar a sus sátiras de sutilezas, elipsis, sobreentendidos, es decir, de mayor inteligencia. Si quieren seguir teniendo vía libre para la burla soez, el insulto de sal gorda y la gracieta chabacana, no pueden llamarse periodismo. Esta es mi opinión.
Condeno absolutamente el atentado de París y todos los atentados; nunca más la violencia. Rezo con el Papa por las almas de los asesinados y por sus familias, y por las almas de los asesinos. Pero condeno también el insulto y la ofensa, más aún si viene de un sedicente medio de comunicación.
Je ne suis pas Charlie.
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