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Hijos como conejos

Durante el reciente viaje a Ceilán y Filipinas, el Papa Francisco dijo, en respuesta a un periodista y dentro de unas declaraciones más amplias sobre paternidad responsable, que algunos creen que, disculpen la palabra, para ser buenos católicos tenemos que ser como conejos. Naturalmente se organizó la polvareda mediática de turno, sacando de contexto la frase -lo típico- y forzando su sentido para alimentar la ideología neo malthusiana dominante.

Francisco, para situar sus palabras ante la tergiversación (que no debería haberle sorprendido, en mi opinión), puntualizó pocos días más tarde: Da consuelo y esperanza ver tantas familias numerosas que acogen a los hijos como un verdadero don de Dios: ellos saben que cada hijo es una bendición. Escuché decir que las familias con muchos hijos y el nacimiento de tantos niños se encuentran entre las causas de la pobreza. Me parece una opinión simplista. Puedo decir, -podemos decir todos- que la causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha colocado al dios dinero; un sistema económico que excluye, excluye siempre, excluye los niños, los ancianos, los jóvenes sin trabajo, y que crea la cultura del descarte que vivimos. Nos hemos acostumbrado a ver "personas descartadas”. Éste es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas.

Coincidiendo con este revuelo informativo, un amigo me envía la reproducción en formato entrevista de un artículo -publicado en el año 2009- de María Silvina Martínez, profesora de Historia y madre de ocho hijos. Todos han nacido por cesárea. Habiendo vivido la maternidad desde muy joven ha tenido tiempo de reflexionar sobre la maternidad y sus riesgos: «Decir que más de tres cesáreas es peligroso para la madre es una consigna ideológica».

Lee el artículo completo 
(Diario El Prisma/InfoCatólica)

Dicen que a partir de la 3ª cesárea es peligroso para la madre, tú has tenido 8…
La ciencia médica (la verdadera, la que está al servicio de la vida), no sólo ayuda sino que proporciona todos los medios para poder seguir adelante con los embarazos llamados de riesgo o alto riesgo. Hoy en día esto no se comprende, pues la práctica médica más extendida aconseja no pasar por ese trance de las cesáreas más de tres veces.



¿Cuál es el motivo?
En realidad se trata de una consigna ideológica. Yo misma lo pude comprobar en mi propia carne… En mi séptima cesárea tuvo que intervenir un cirujano para operarme una hernia inguinal. Sin saber el número de cesáreas que yo tenía, y viendo mi útero, me animaba a tener más hijos «porque usted está fantástica», me decía.


¿Qué pasó luego?
Cuando mi obstetra le dijo que era mi séptima cesárea casi se desplomó e inmediatamente cambió de opinión y comenzó a decirme que no tuviera más hijos. El veía la realidad de mi tejido que le indicaba lo contrario, pero su concepto de «tres cesáreas y punto» era más fuerte. Está claro lo que puede hacer la ideología en la conciencia humana.


¿Es usted una irresponsable?
Aunque nuestra actitud pueda parecer de irresponsabilidad, puedo asegurar que mi marido y yo no estamos locos. Precisemos un poco, ¿qué significa ser responsable? ¿Tener un hijo, dos? ¿Tener todo calculado? ¿Vivir en la comodidad egoísta sin sacrificio alguno? ¿No arriesgar nada por algo que valga la pena? Muchas veces nos dijeron que nuestra actitud era providencialista, significando con ello que no medíamos las consecuencias de los actos que realizábamos. Debo decir que no considero, a priori, que el tener muchos hijos sea una irresponsabilidad.


¿Y de qué depende que lo sea?
Depende de las circunstancias personales y sociales en las que uno se encuentre (armonía conyugal, salud física y psíquica, posibilidades económicas, etc.). Creo haber obrado con responsabilidad ya que siempre supimos con mi esposo que probablemente estábamos concibiendo un niño, y así lo queríamos. Y el ser responsable no excluye la creencia en la Providencia de Dios. Por el contrario Dios cuenta con nuestra «libertad responsable» (si cabe el término) para obrar y colaborar con Él y nosotros contamos con su cuidado amoroso, porque de verdad nos creemos que existe Dios.


¿La gente qué os dice?
Cuando se enteran de que somos padres de ocho hijos nos acotan siempre que evidentemente debemos tener un buen pasar y que el dinero y la salud nos sobran.


¿No es así?
La salud debo decir que no siempre ha sido muy buena. Las cesáreas dejaron de ser un problema cuando a partir de mi cuarto hijo comencé a tener dificultades por incompatibilidad sanguínea con mis niños. Pero la Medicina ha avanzado mucho, gracias a Dios, y existen medicamentos y tratamientos apropiados para estos casos que posibilitaron tenerlos sin dificultades de ningún tipo. Y con respecto al dinero, siempre tuvimos lo «necesario» (y remarco la palabra) para criarlos y educarlos, obviando muchas veces cosas que la sociedad nos impone como necesarias y no son tales.


Cuando uno tiene tantos hijos a veces en la vida se ha de privar de muchas cosas…
Cada hijo aporta las posibilidades «infinitas» del desarrollo de la persona; uno menos sería el privarnos, tal vez, de la riqueza de esa persona y de su aporte a la vida familiar y social. Es conocida la anécdota sobre las incapacidades familiares de Beethoven y de los antecedentes físicos de sus hermanos. Si su madre hubiera vivido hoy, toda la pseudociencia le hubiera aconsejado abortarlo. Y así la humanidad se hubiera visto privada de su genio. Cada ser es único e irrepetible.


¿Se puede ser feliz con tantos hijos? Nervios, estrés, problemas para llegar a final de mes…
Cada uno con su riqueza personal y con sus características nos proporcionan una inmensa felicidad (no exenta de problemas, a veces, pero es que así es la condición humana). No me imagino la vida sin ninguno de ellos, me refiero sin haberlos conocido. Y esperamos de ellos que desarrollen cada una de las potencialidades que tienen escondidas aún y que puedan servir a los demás.


¿Qué les dices a mujeres que tienen una visión radicalmente distinta a la tuya?
Al tener tantos hijos a veces he pensado qué podría aportar a una mujer que se plantea abortar. Lo primero que le diría es que se informe bien acerca de lo que significa un aborto (aunque sea muy triste, hay muchos abortos filmados y en estos casos conviene verlos). Segundo, que averigüe sobre las dificultades que le aquejan, no contentándose con la opinión de un solo médico, investigando, etc. Tercero, que busque un buen ginecólogo que públicamente esté a favor de la vida, ya que la opinión científica de estos no está influida por la ideología de la muerte. Cuarto, que busque el consejo y el apoyo de muchas de las instituciones que hoy trabajan para acompañar y ayudar a las mujeres embarazadas. Y por último, que la vida está llena de dificultades y que, el afrontarlas y buscarles una verdadera solución sin atentar contra la dignidad de la persona humana es lo que la hará verdaderamente feliz y plena, sabiendo que ha puesto todo de sí para sortear los inconvenientes.

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