Para cerrar el año, voy a hacer un repaso -como otros años- de los libros que he leído en 2014, más para mi propia reflexión; pero también por si puede ser útil para alguno de mis escasos lectores.
Para empezar, el tomazo del año, casi mil páginas de historia de Nueva York (Rocaeditorial), de la mano de Edward Rutherford, de quien ya he leído Londres (decepcionante) y Rusos (apasionante). Nueva York recupera en parte el aliento épico y el interés dramático de los personajes de Rusos, y además se aprenden cosas del espíritu del Imperio; pero es prescindible.
Cenital, de Emilio Bueso (ed. Salto de página); fui a la presentación en Granada y me interesó por el tema, una distopía posmoderna. Lo compré y lo leí. UN ERROR. No me gustó nada.
Una semana en cama me dio para leer de cabo a rabo La luz entre los océanos (Salamandra), de Margot L. Stedman. Francamente buena, o mejor dicho, me gustó mucho: un drama humano con aromas de clásico; lo que complica la vida una mentira.
Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer. Edición crítico-histórica (Rialp), a cargo de José Luis Illanes y Alfredo Méndiz. Si Conversaciones... es una obra imprescindible para conocer el pensamiento del fundador del Opus Dei, esta edición crítica es un monumento, para cualquier cristiano de a pie que quiera vivir sus compromisos bautismales en su lugar en medio de la sociedad, y especialmente para quienes nos dedicamos o estamos interesados en la comunicación de la fe por medios profesionales.
En el capítulo de pequeñas joyas, En el mar hay cocodrilos. La historia de Enaiatollah Akbari (Austral), del italiano Fabio Geda. Niño, minoría perseguida, emigrante. Toda la dureza imaginable cabe dentro de una humanidad inconmensurable. Una Odisea de las pequeñas cosas.
Lejos de África (Alfaguara) de Isak Dinesen. Estaba en la lista de libros que debo leer, y ya está leído. Es un clásico con todo derecho, y me ha interesado mucho; pero podría haber esperado detrás de otros de la lista.
A la misma relación de obligatorios pertenecía Viento del este, viento del oeste (Debolsillo), Pearl S. Buck. Y a la lista de pequeñas joyas también. No dejen de leerlo. Disfrutarán y entenderán que oriente y occidente somos muy distintos.
Hablando de clásicos, La acción del Espíritu Santo en las almas (Palabra), de Alexis Riaud, lo es de la literatura espiritual. El manual de referencia para conocer cómo funciona eso que llaman vida interior y acción de la gracia. No sigan caminando en la vida sin leerlo meditadamente.
Tenía ganas de leer algo de Elías Canetti, supongo que por influjo del Danubio de Magris, y encontré en casa La lengua absuelta (Muchnik). Redescubrí mi ignorancia de la cultura centro europea y, lo que es peor, que para ser culto hay que tener afición y dedicarse. La afición te la inculca Canetti, desde luego.
Compruebo que ha sido un buen año. He saldado otra de mis deudas imprescriptibles, Retrato de Dorian Gray (Juventud), ya saben, del exquisito Wilde, Oscar Wilde. Inquietante revista del mito de Prometeo. Ya lo advirtió Dios al principio de los tiempos: el que coma del árbol de la vida, morirá.
El Papa Francisco lo ha dicho: lo que piensa está en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) (Palabra). Ahí se contiene una auténtica -la auténtica- revolución. Habrá que releerla en 2015.
Y otro paso más en la lista de títulos que no podía dejar de leer: Rosa Krüger (Ediciones del Bronce), Rafael Sánchez Mazas. He disfrutado casi tanto como con La vida nueva de Pedrito de Andía. Cuando leer es disfrutar más que con cualquier otra cosa (menos con el baloncesto).
El catolicismo liberal en España (Encuentro), Felipe-José de Vicente Algueró. Leído en dos etapas (ya saben: "lo dejo" y "tengo que acabarlo"). Menos mal que lo retomé. Es apasionante, muy instructivo para comprender la España de hoy, y sorprendentemente ecuánime: tan pocas veces me identifico con el autor... Esta es una de ellas. Enseña por convencimiento.
El clásico de los clásicos, Antígona (de Sófocles), en la edición de la preciosa colección de Rialp Doce Uvas. Una auténtica tragedia griega.
En definitiva, 4.800 páginas de, en su mayoría, excelente literatura de género variado.
Y por si estamos a tiempo, como posible regalo de Reyes, esta es la lista de recomendaciones para 2015 de Adolfo Torrecilla. Yo ya he empezado con Morir bajo tu cielo.
¡Feliz lectura 2015!
Para empezar, el tomazo del año, casi mil páginas de historia de Nueva York (Rocaeditorial), de la mano de Edward Rutherford, de quien ya he leído Londres (decepcionante) y Rusos (apasionante). Nueva York recupera en parte el aliento épico y el interés dramático de los personajes de Rusos, y además se aprenden cosas del espíritu del Imperio; pero es prescindible.
Cenital, de Emilio Bueso (ed. Salto de página); fui a la presentación en Granada y me interesó por el tema, una distopía posmoderna. Lo compré y lo leí. UN ERROR. No me gustó nada.
Una semana en cama me dio para leer de cabo a rabo La luz entre los océanos (Salamandra), de Margot L. Stedman. Francamente buena, o mejor dicho, me gustó mucho: un drama humano con aromas de clásico; lo que complica la vida una mentira.
Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer. Edición crítico-histórica (Rialp), a cargo de José Luis Illanes y Alfredo Méndiz. Si Conversaciones... es una obra imprescindible para conocer el pensamiento del fundador del Opus Dei, esta edición crítica es un monumento, para cualquier cristiano de a pie que quiera vivir sus compromisos bautismales en su lugar en medio de la sociedad, y especialmente para quienes nos dedicamos o estamos interesados en la comunicación de la fe por medios profesionales.
En el capítulo de pequeñas joyas, En el mar hay cocodrilos. La historia de Enaiatollah Akbari (Austral), del italiano Fabio Geda. Niño, minoría perseguida, emigrante. Toda la dureza imaginable cabe dentro de una humanidad inconmensurable. Una Odisea de las pequeñas cosas.
Lejos de África (Alfaguara) de Isak Dinesen. Estaba en la lista de libros que debo leer, y ya está leído. Es un clásico con todo derecho, y me ha interesado mucho; pero podría haber esperado detrás de otros de la lista.
A la misma relación de obligatorios pertenecía Viento del este, viento del oeste (Debolsillo), Pearl S. Buck. Y a la lista de pequeñas joyas también. No dejen de leerlo. Disfrutarán y entenderán que oriente y occidente somos muy distintos.
Hablando de clásicos, La acción del Espíritu Santo en las almas (Palabra), de Alexis Riaud, lo es de la literatura espiritual. El manual de referencia para conocer cómo funciona eso que llaman vida interior y acción de la gracia. No sigan caminando en la vida sin leerlo meditadamente.
Tenía ganas de leer algo de Elías Canetti, supongo que por influjo del Danubio de Magris, y encontré en casa La lengua absuelta (Muchnik). Redescubrí mi ignorancia de la cultura centro europea y, lo que es peor, que para ser culto hay que tener afición y dedicarse. La afición te la inculca Canetti, desde luego.
Compruebo que ha sido un buen año. He saldado otra de mis deudas imprescriptibles, Retrato de Dorian Gray (Juventud), ya saben, del exquisito Wilde, Oscar Wilde. Inquietante revista del mito de Prometeo. Ya lo advirtió Dios al principio de los tiempos: el que coma del árbol de la vida, morirá.
El Papa Francisco lo ha dicho: lo que piensa está en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio) (Palabra). Ahí se contiene una auténtica -la auténtica- revolución. Habrá que releerla en 2015.
Y otro paso más en la lista de títulos que no podía dejar de leer: Rosa Krüger (Ediciones del Bronce), Rafael Sánchez Mazas. He disfrutado casi tanto como con La vida nueva de Pedrito de Andía. Cuando leer es disfrutar más que con cualquier otra cosa (menos con el baloncesto).
El catolicismo liberal en España (Encuentro), Felipe-José de Vicente Algueró. Leído en dos etapas (ya saben: "lo dejo" y "tengo que acabarlo"). Menos mal que lo retomé. Es apasionante, muy instructivo para comprender la España de hoy, y sorprendentemente ecuánime: tan pocas veces me identifico con el autor... Esta es una de ellas. Enseña por convencimiento.
El clásico de los clásicos, Antígona (de Sófocles), en la edición de la preciosa colección de Rialp Doce Uvas. Una auténtica tragedia griega.
En definitiva, 4.800 páginas de, en su mayoría, excelente literatura de género variado.
Y por si estamos a tiempo, como posible regalo de Reyes, esta es la lista de recomendaciones para 2015 de Adolfo Torrecilla. Yo ya he empezado con Morir bajo tu cielo.
¡Feliz lectura 2015!
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