Llevo días y días leyendo comentarios sobre este asunto y, esta vez sí, pretendo aportar algo que puede sonar nuevo a muchísima gente, porque he comprobado que gran parte de la prensa (y estoy convencido de que los demás soportes estarán igual) se ha dedicado y se dedica a desmenuzar pretendidas intrigas vaticanas en clave política y de poder. En mi anterior artículo señalé el pavor de pega de los radical burgueses ante la avalancha que se avecinaba de "propaganda vaticana": habrán podido constatar que "sus" medios de comunicación son culpables, como mínimo, de la mitad del tsunami; pero dudo de que sean capaces de apreciar que "sus" medios -y en cierta medida los de los "otros"-, les han escamoteado la información de verdad.
La información de verdad tiene que ver con la impresionante y profunda labor intelectual, cultural, humana y espiritual de la Iglesia durante este pontificado. Y de lo que hay que hablar es del futuro de este legado y de esta labor, porque la Iglesia es hoy el único recurso que le queda a una civilización occidental suicida, que se tambalea huera de recursos morales.
Lo ha expresado breve y sentidamente Andrés Ollero en este artículo.
Deuda de gratitud
Andrés Ollero. 12/02/2013
Andrés Ollero, magistrado del Tribunal Constitucional, valora para www.paginasdigital.es el pontificado de Benedicto XVI.
A nadie podrá extrañar que para un profesor universitario haya constituido un auténtico regalo escuchar y leer a un papa que, forjado intelectualmente como profesor, ha considerado lógico no dejar de serlo; no ha renunciado siquiera a ir engrosando la amplia lista de sus aportaciones académicas. Para un laico, además, resultan reconfortantes los discursos de quien durante años los dirigió a universitarios de las más diversas mentalidades y creencias y no a un público adicto y previamente convencido. Para quien ha sido durante casi dos decenios diputado, aparte de haber desempeñado y desempeñar aún otras responsabilidades públicas, resulta también muy de agradecer que Benedicto XVI haya dedicado de modo habitual una particular atención a problemas jurídico-políticos decisivos para nuestra convivencia democrática. Lo que sin duda me ha influido más de sus intervenciones ha sido su recurrente preocupación por el diálogo entre "fe y razón"; debo pues dejar constancia de mis no pocas deudas intelectuales con el actual pontífice.
Su inesperada renuncia resalta que, en lo humano, en la Iglesia los cargos son cargas; tanto más cuanto más arriba. Sobrenaturalmente demuestra una notable humildad y una confianza absoluta en que el Espíritu Santo se encargará de resolver esta novedosa situación para bien de la Iglesia. Pienso que además es consciente de que su decisión invita a todos los católicos a rezar por su sucesor. Yo ya he empezado...
Recomiendo leer también El legado doctrinal de Benedicto XVI.
La información de verdad tiene que ver con la impresionante y profunda labor intelectual, cultural, humana y espiritual de la Iglesia durante este pontificado. Y de lo que hay que hablar es del futuro de este legado y de esta labor, porque la Iglesia es hoy el único recurso que le queda a una civilización occidental suicida, que se tambalea huera de recursos morales.
Lo ha expresado breve y sentidamente Andrés Ollero en este artículo.
Deuda de gratitud
Andrés Ollero. 12/02/2013
Andrés Ollero, magistrado del Tribunal Constitucional, valora para www.paginasdigital.es el pontificado de Benedicto XVI.
A nadie podrá extrañar que para un profesor universitario haya constituido un auténtico regalo escuchar y leer a un papa que, forjado intelectualmente como profesor, ha considerado lógico no dejar de serlo; no ha renunciado siquiera a ir engrosando la amplia lista de sus aportaciones académicas. Para un laico, además, resultan reconfortantes los discursos de quien durante años los dirigió a universitarios de las más diversas mentalidades y creencias y no a un público adicto y previamente convencido. Para quien ha sido durante casi dos decenios diputado, aparte de haber desempeñado y desempeñar aún otras responsabilidades públicas, resulta también muy de agradecer que Benedicto XVI haya dedicado de modo habitual una particular atención a problemas jurídico-políticos decisivos para nuestra convivencia democrática. Lo que sin duda me ha influido más de sus intervenciones ha sido su recurrente preocupación por el diálogo entre "fe y razón"; debo pues dejar constancia de mis no pocas deudas intelectuales con el actual pontífice.
Su inesperada renuncia resalta que, en lo humano, en la Iglesia los cargos son cargas; tanto más cuanto más arriba. Sobrenaturalmente demuestra una notable humildad y una confianza absoluta en que el Espíritu Santo se encargará de resolver esta novedosa situación para bien de la Iglesia. Pienso que además es consciente de que su decisión invita a todos los católicos a rezar por su sucesor. Yo ya he empezado...
Recomiendo leer también El legado doctrinal de Benedicto XVI.
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