Esto de la vacaciones está muy bien, mejor si están tan bien organizadas como las mías, que me han permitido hacer de todo y provechoso: he visto a amigos y parientes, he ido de excursión, he mejorado mucho mi primer saque de tenis, he leído y descansado, he estudiado esas cosas para las que nunca encuentras tiempo -bueno, algunas-, hemos quedado campeones del Mundo de fútbol, he revisado clásicos del cine como Púrpura y Negro y novedades como Invictus (la víspera de la finalísima)...
Pero uno está ya necesitando un poco de acción, de conexión online, de bullicio. Por eso, a falta de cuatro días para regresar al puesto de combate, voy haciendo calentamiento.
Por ejemplo, con este comentario a unas declaraciones de Josep Durán de hace un mes, pero muy enjundioso, o con este artículo del sociólogo Alejandro Navas sobre la peste del experimento sociológico de GRAN HERMANO, o este otro de mi admirado De Prada con motivo de la entrada en vigor de la nueva ley del aborto, el pasado día 5, oportunamente completado por el de mi no menos admirado Ignacio Sánchez Cámara.
Pero uno está ya necesitando un poco de acción, de conexión online, de bullicio. Por eso, a falta de cuatro días para regresar al puesto de combate, voy haciendo calentamiento.
Por ejemplo, con este comentario a unas declaraciones de Josep Durán de hace un mes, pero muy enjundioso, o con este artículo del sociólogo Alejandro Navas sobre la peste del experimento sociológico de GRAN HERMANO, o este otro de mi admirado De Prada con motivo de la entrada en vigor de la nueva ley del aborto, el pasado día 5, oportunamente completado por el de mi no menos admirado Ignacio Sánchez Cámara.
Lectura para los que empecéis ahora las vacaciones, cuando os hartéis de hamaca y copa de helado, que todo harta.
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