Ir al contenido principal

Peregrino en Tierra Santa. Capítulo VI. Lago de Genesaret. Río Jordán

Camino del lago, hacia el nordeste. Pero antes una reflexión sobre los hoteles. Cuatro en seis días dan para una generalización de los hoteles de ****. Están descuidados, sobre todo los aledaños y los exteriores. Demasiada moqueta. Los bufés son todos iguales, están bien; pero acabas un poco cansado de comer siempre lo mismo. El personal del comedor es casi exclusivamente masculino, también en los restaurantes. Las habitaciones están bien sin más, limpias, como las zonas comunes; aunque de vez en cuando se escapa una especie de escarabajo local. Sigo sin poder estrenar la temporada de piscina. Se comprueba que el sistema hotelero y hostelero español es de los mejores del mundo. Aquí aún tienen que mejorar.

Si en algo ganan es en la variedad y el colorido de su clientela: partos, medas, elamitas..., indios, filipinos, ortodoxos rumanos, andaluces... Un crisol de pueblos, culturas y religiones.

Jueves 3 de mayo. Temprano. Bien desayunados -las tartas son peligrosamente buenas-, nos encaminamos al Lago de Genesaret o Mar de Galilea o Mar de Tiberíades. Echamos pie a tierra en Tabgha y caminamos con emoción hasta la playa de piedras negras volcánicas para tocar por fin esas aguas por las que caminó Dios. Tierra Santa, Agua Santa. Allí forzó el Señor la confesión y el arrepentimiento de Pedro "Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te amo", cuando, en vez de sancionarle por sus debilidades, le confirmó como la cabeza de la Iglesia, por su amor. Aquí se afianzó el papado, para que no quedaran dudas: "Apacienta mis ovejas".

Tabgha es como el Monte de los Olivos, por la gran densidad de acontecimientos: las bienaventuranzas la multiplicación de los panes y los peces, la pesca milagrosa, el primado de Pedro. El lago está en la boca de un antiguo volcán, la agotadora piedra blanca aquí es negra, aliviada por el verdor. Hace calor, humedad, la bruma dificulta distinguir la otra orilla.

Foto MJN
En este punto Ramzis -el guía- se redimió, a mis ojos, de sus dudosos manejos anteriores de los apócrifos. Me encantó cómo puso en relación la hoguera donde Jesús resucitado asó unos peces para sus discípulos, a la vuelta de la segunda pesca milagrosa ("echad las redes a la derecha de la barca y encontraréis"), con la lámpara que indica la presencia del Santísimo en los sagrarios de las iglesias. "¡Es el Señor!" dijo Juan en cuanto lo reconoció, junto a las brasas; como ahora nos lo dicen esas discretas y silenciosas lamparillas: ¡Es el Señor! Porque en las orillas de Genesaret estuvo Jesús; en nuestros sagrarios está. En la iglesia de la Multiplicación de los panes y los peces, Ramzis nos hizo reparar en el mosaico ante el altar que cubre la roca sobre la que pusieron el magro resultado de sus pesquisas: cuatro panes y dos peces, ¿dónde está el quinto pan? El quinto pan es Cristo, el Pan que lleva a la vida eterna.

No nos distraigamos. Estas orillas guardan otros tesoros naturales de hace dos mil años, como el gundi, una especie de roedor pequeño y robusto propio de África que parecía extinguido -al menos por estos lares- y que ha reaparecido según los carteles explicativos..., y según mis propios ojos, pues fuimos varios los que vimos uno. A mi me pareció, además, bastante grande. O el pez de cabeza roja y amarilla que quiso fugarse de su prisión a la salida de la Iglesia de la Multiplicación, como surgido de la escena que se rememora en ese sitio. Todo parecía muy actual y muy vivo.

Cafarnaúm. Pequeña ciudad a la orilla del mar. lo profetizó Isaías: "Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, en el camino del mar, al otro lado del Jordán, la Galilea de los gentiles, el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una gran luz; para los que yacían en región y sombra de muerte una luz ha amanecido". Hoy son ruinas; pero hace dos mil años fue el campamento base de la actividad de Jesús en Galilea. Bajo una iglesia que parece una nave espacial despegando están los restos de la casa de la suegra de Pedro, piedra basáltica que limita pequeñas estancias. Sí, emociona estar allí, casi escuchando al Maestro y viendo a la suegra del futuro primer papa trajinar, agradecida por haber sido curada. A su lado, los restos de la sinagoga, piedra caliza blanca traída de lejos, dejan entrever un hermoso edificio de traza helenística, situado encima de la sinagoga en la que intervendría Jesús, con su modo de enseñar nuevo, como de quien tiene autoridad. Y al fondo, una magnífica vista del lago. Se estaba bien allí; pero había que seguir.

A estas alturas del día yo estaba bastante embotado. Circulamos por la orilla del lago en dirección sur. Por la ventanilla desfilaba un largo paseo marítimo, con entradas a las playas cerradas con vallas, con merenderos y, de vez en cuando, aparcamientos de embarcaciones de recreo apiladas en la orilla. Me recordó las costas de Tarragona de los años sesenta, o algunos tramos de la de Granada; no sé, daba una sensación rara todo aquello, con las urbanizaciones  polvorientas en un quiero y aún no puedo de litoral marítimo.

Foto MJN
El río Jordán es sorprendentemente verde, las orillas están cubiertas de verde, el agua es verde. Fluye mansamente, "casi de mala gana" dice Plinio el Viejo, hacia su desembocadura en el Mar Muerto, máximo exponente de todos los ríos que, como nuestras vidas, dice el poeta, "van a dar al mar, que es el morir". A estas alturas del día yo estaba tan embotado que no me di cuenta de que estábamos a cien kilómetros de donde Jesús quiso que lo bautizara su primo Juan, en Betania-Betábara, hoy Al-Magthas, Jordania; aunque no le hacía ninguna falta, para que se produjera toda una teofanía: "Tú eres mi Hijo querido, en ti me he complacido". Yardenit es una filfa, un parque temático montado para no obligar a los visitantes del lago a viajar hasta las puertas del Mar Muerto: una tienda grande bien refrigerada y bien puesta, alquiler de túnicas para la inmersión en el río, gradas para acceder al agua... Vi a algunos que no contentos con sumergirse, echaron una brazadas: hacía calor. Nosotros, más comedidos, renovamos los compromisos bautismales y fuimos ungidos con agua del Jordán, plenamente conscientes de que  el Bautismo no se puede repetir.

De regreso al lago, comimos en Tiberíades, ciudad judía, de "playa". Sabes que es judía porque te lo dice el guía. Ahí apareció el pez del estáter; pero de eso ya hemos hablado. Fue un buen refrigerio; aunque aún no sabíamos cuánto lo íbamos a necesitar, porque a continuación embarcamos y nos hicimos a la mar. No hubo que remar. Son embarcaciones de madera a motor, con una única cubierta entoldada, en la que, tras alejarnos de la orilla, se celebró la Misa y, a continuación, hubo adoración al Santísimo. Había calma chicha. el calor y la humedad estaban al borde mismo de resultar agobiantes, no corría ninguna brisa -ni corría, ni andaba, ni reptaba siquiera-. La paz solo se veía turbada por el jaleo que se traía alguna otra embarcación de las cuatro o cinco que navegaban o se mecían a aquellas horas de siesta. No es fácil pensar en una tormenta en semejante balsa.

Foto MJN
Hay que señalar que tanto los dos sacerdotes, que aguantaron revestidos y oficiando, como el resto del grupo se portaron como auténticos peregrinos. Ni un desmayo, ni una queja, ni un mal gesto. Absoluta concentración, oración y penitencia llevadas con el garbo de las personas de fe. Yo estaba a punto de arrojarme al agua como Pedro; pero el ejemplo de los demás me llevó a comportarme.

También me ayudó el pensamiento -¿la luz?- de que en la orilla estaba Jesús, viendo nuestros padecimientos porque no pescábamos nada: ¡Señor, danos esos cincuenta y tres peces grandes! En Genesaret no hay que imaginar nada. En casi todos los demás lugares hay iglesias, construcciones o destrucciones que han transformado los sitios originales en su afán por señalarlos o borrarlos de la memoria. Aquí no. Aquí estás en el mismo mar y ves la misma orilla: el quinto Evangelio en su realidad física primigenia.

Hora y media dejando vagar la vista, los recuerdos de tantas lecturas de los Evangelios. Dios atravesó este mismo lago, caminando, en barca, de modo milagroso. Desde una barca predicó a la multitud apiñada en estas mismas orillas. Mecido por este mismo mar, durmió, tan agotado estaba, que ni la incomodidad del cabezal ni la tormenta lo despertaron, sino los gritos apremiantes de sus discípulos: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!", narra Mateo. ¡Que actual parece esto a veces!

El Monte de las Bienaventuranzas fue un refrigerio. Caía la tarde, la temperatura se volvió clemente, las vistas sobre el lago y las laderas que lo enmarcan son magníficas, los jardines que circundan la iglesia tan amenos... De hecho, la iglesia se abre al exterior por unas ventanas alargadas a la altura de los ojos y la rodea una galería deliciosa. Con todo esto, ¿de las bienaventuranza qué? Confieso que mi capacidad de meditación se agotó en el mar.

foto atarifa CC

¡Pero el Sermón de la Montaña es muy importante! No lo niego; pero yo ya no era nadie; no recuerdo nada del regreso a Nazareth, al cobijo del Golden Crown. Solo que la piscina seguía sin agua. Y como se trata de mis impresiones, buenas noches y hasta mañana.

Continuará...

Para ir al capítulo I 


Comentarios

Populares

San Pablo en Atenas

San Pablo en el Areópago Rafael Sanzio  (1515-1516 )   Londres, Victoria & Albert Museum He releído recientemente el discurso de San Pablo en el Areópago de Atenas * y me ha fascinado su actualidad: es un ejemplo plenamente útil para la comunicación de la fe en el Occidente contemporáneo. Atenas Atenas. Año 52 d.C. 16 o 19 años después de la muerte y resurrección de Cristo. Algo así como si estos hechos fundamentales hubieran ocurrido en 2000 y Pablo llegase a Atenas hoy. En realidad, menos tiempo, porque entonces todo iba mucho más despacio que ahora, y 17 años entonces eran un ayer. Atenas era una ciudad en decadencia . Aún conservaba el aura de capital cultural del Mundo; pero el centro de poder y cultura se había desplazado hacia el oeste, a Roma. Un ejemplo con todas sus limitaciones, como si habláramos hoy de París y Nueva York. En Atenas se mezcla un materialismo desencantado y un sincretismo religioso que resulta en un relativismo muy parecido al de hoy día e

La toma de Quaragosh

El pasado jueves 8 de enero por la tarde me llegó por whatsapp un mensaje urgente pidiendo oraciones porque los islamistas del ISIS acababan de tomar la ciudad de Quaragosh , la que cuenta -o contaba- con más cristianos en Iraq. Según el mensaje, cientos de hombres, mujeres y niños estaban siendo decapitados en ese momento. Dicho así, me produjo tal congoja que empecé a pasarlo, hasta que decidí comprobar, acuciado por cierta sospecha . Procuro estar informado, y la toma de Quaragosh ese día no me cuadraba nada. Acudí a Twitter en busca de una fuente profesional sin encontrarla, y me fui dando cuenta de que la cadena de oración se iba remontando poco a poco en el tiempo , a días, semanas, meses atrás. Uno de los tuits (del 5 de enero) reconocía: " La noticia que colgué ayer de la ocupación de quaragosh en Irak, se produjo en agosto ". En efecto, el primer tuit alusivo anuncia el ataque a la ciudad en junio, y el siguiente, que informa de la toma y la masacre, es del 8 de ag

El aborto en los medios de comunicación españoles

Artículo de Alejandro Navas / profesor de sociología de la Universidad de Navarra / editado en arguments / jueves 24 de julio de 2008 Acaba de ser publicado el libro Mujer y realidad del aborto. Un enfoque multidisciplinar , que recoge las actas del I Congreso Internacional Multidisciplinar " Mujer y realidad del aborto " , celebrado en Cáceres en marzo de 2007. Con el texto de la ponencia titulada "El aborto en los medios de comunicación", del profesor Alejandro Navas . Navas ha elegido los periódicos El País, El Mundo, ABC, La Razón, La Vanguardia y El Periódico, que permiten recoger de modo suficiente el clima de opinión nacional. Y ha analizado todo lo que esos diarios han publicado sobre el aborto en los tres años precedentes. El tema de esta ponencia resulta complejo, por serlo el mundo de los medios de comunicación. Nos encontramos ante un fenómeno de gran amplitud y heterogeneidad: prensa -diarios y revistas-, radio, televisión, Internet, teléfono; medios